Un segundo. Solo eso se necesita para tomar malas decisiones, pensar barbaridades que no son reales o simplemente despertar y no entender nada.
¿Cuánto había pasado de ese beso? ¿Dónde estaba? Esta vez, un rayo de luz dio directo en mi ojo derecho. Pude ver cuatro paredes con empapelado de flores. Una habitación amplia, decorada mayormente de rosa, una laptop encendida que no paraba de sonar como un celular y una puerta abierta. Me senté en la cama y pude notar que no llevaba nada puesto, solo un short que me llegaba hasta las rodillas. Ahora bien, mi cerebro capturó todo cuando noté la presencia de una chica en el baño. No era Selene. Un estrujo al corazón. Bueno, debe ser un sueño dentro de un sueño. Pensé ingenuo. Volví a recostarme y cerré los ojos. Hubo silencio, hasta que sentí la cama hundirse.
—Alex, no tenemos mucho tiempo—dijo dándome una palmadita en la pierna.
—¿Sobre qué? —pregunté con los ojos cerrados, entregado al porvenir.
—Hoy tenemos una entrevista y un par de fotos, ¡ah! Lo olvidaba, la cena con mis padres.
Hice una radiografía lenta a su rostro. La chica me sonreía en todo momento, quizás era alegre de naturaleza.
—¿Dónde está Selene?—demandé sin mas vueltas.
—¿Quién?
—Selene, la chica que me gusta.
Automáticamente sus ojos se cristalizaron, además de alegre, era muy sensible. Luego reflexioné que estaba actuando como un estúpido con esa pobre chica que nada tenía que ver con mi vida real, ni con mis sentimientos.
—Perdón, no quise decir eso. — agregué tratando de detenerla con la mano.
—¿Por qué no esperaste a que terminara el día para decirme esto?
¿Cómo iba a arreglarlo? Sus lágrimas ya estaban demasiado fuertes.
—Es que eso fue un error, amor. —agregué después de haberla visto sollozar.
¿Amor?
—¡¿Y entonces quién es?!
—Ella es la chica de mis sueños— dije con un nudo en la garganta— el sueño que tuve hoy—expliqué después.
—Es feo pensarlo— murmuró secándose las lágrimas— pero dudé de vos.
—Y... ¿es la primera vez que dudas de mí?
—Creo que sí.
—No va a volver a suceder. Te lo prometo— le sonreí y acaricié su cabello.
De repente ella estaba tan cerca que quiso besarme. Logré esquivarla disimulando un dolor de cabeza. Presioné fuerte mi frente y esbocé una queja.
—¿Estás bien?
—Si...
Aproveché apartarme de ella para poder explicar lo que me sucedía.
—Es solo un dolor de cabeza— añadí.
Solo sonrió y dirigió su mirada hasta un tapado negro que colgaba de su perchero. Si bien ya estaba vestida para irse, solo avisó que volvería en cinco minutos. Asentí y me quedé inmóvil en la cama. Todo estaba bien hasta que escuché la cerradura dos veces. Corrí rápidamente hasta la puerta y grité como desesperado.
—¡Amor! ¿Por qué cerras con llave?
—Tranquilo, ya vuelvo—escuché a lo lejos.
Me acerqué por la ventana y calculé la distancia hasta el suelo. Estaba en el segundo piso. Antes de perder la cordura, di vueltas cada cajón que se encontraba a la vista en busca de una llave. No me importaba ordenar, no iba a volver. A falta de una llave tomé dinero, una campera negra y mi único jean azul. Tragué saliva y sentí como una gota de sudor recorría mi cuello. Con media pierna afuera del dormitorio, el corazón bombeaba con más rapidez. Quise detener los nervios hasta que mi cabeza giro hasta el tapado negro que zigzagueaba entre la gente. Pude verla, y gracias a Dios, ella no pudo verme. Me tiré nuevamente hacia la habitación cayendo como el mejor. Tuve tiempo en acomodar los cajones con sus respectivos papeles a mi manera. Para mi fueron tres segundos y ella apareció triunfante.

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Sin retorno
Teen FictionAlex después de haberse dormido en el sillón de su casa, despierta en otra ciudad, con otra vida, otras personas. Todos los días, todo diferente, pero sin motivos. ¿Podrá Alex volver a la normalidad?