Prólogo

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Puse la mejor cara, evitando que ella notara mi mal humor. Mamá estaba mirándome fijamente, nadie me conocía mejor.

Apartó la mirada y fue en busca de su bolso mientras que me advertía sobre el ultimo examen del colegio, que a decir verdad, no tenía la menor idea de qué se trataba.
Me tumbé en el sillón apenas cerró la puerta y me quedé allí reflexionando acerca del examen. No, no iba a ir. Prefería estar ausente que dar la cara por incapaz.

Encendí el televisor para que hiciera un poco de ruido, en el living, en mis pensamientos.

Mamá comenzó a trabajar desde que mi padre nos había abandonado, a ella no le gustaba que usara la palabra "abandono" pero no tenía otra palabra mejor. Al ser el único hijo, yo era su mayor tesoro. Pero por más extraño que parezca jamás lo había creído así. Mis actitudes respondían diferente y necesitaba cambiarlo, lo más pronto posible.

Hacer zapping un lunes a las siete de la mañana era para morir lentamente: noticieros, programas para bajar de peso, paisajes bonitos a los que nunca conocería, todo me generaba aburrimiento y una pizca de tristeza. De pronto la notificación de mi celular logró despabilarme.

No me falles, es para tu bien. Y si rendís bien hay sorpresas. ¡Te amo!

Sentí la culpa más grande del universo.

Yo también...

Y borré el mensaje. Apagué el celular dejándolo sobre mi pecho cerrando los ojos.

Mis pensamientos comenzaron a llenarme de dudas, miedos del pasado, inquietudes del futuro, apagando el sonido de afuera. Y sin darme cuenta había caído en un profundo sueño, olvidando así, todo mi alrededor.

Sin retornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora