Implantes de sonrisas

2 1 0
                                    


Uf. Refregué mis ojos tres veces para ver si esa figura desaparecía de mi vista. Seguía allí. Parada frente a mí con ese vestido floreado y su cabello al viento. 

Su sonrisa iluminaba cada momento donde lo hacía único. 

Caminé hacia ella, pero los pasos eran pesados, difíciles. Me miré por dentro y era un niño, ese niño feliz de dos años.

 Lo di todo, pero fallé. 

Ella corrió asustada y con amor me miró y todo dolor se fue. Su voz de encanto dijo que todo estaba bien y que había que volver a intentarlo, todas las veces que sea necesario. En mi temor, confié en ella, y también, confié en mí.

Un paso, dos pasos, sus brazos ya no estaban, pero su respaldo siempre presente.

—¡Vamos, hijo! Yo sé que podes.

Quería decirle que sí, pero que me costaba y tenía miedo. 

En ese momento algo se apoderó de mí, yo creo que fue su enorme amor. Entonces, los pasos se hicieron cada vez más largos, más firmes, más seguros.

Uf. Que lindo sueño. 

Sin retornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora