La plaza coincidía con un día en particular. La cafetería en una esquina y el bar de los borrachos, todo era familiar. Hasta el canto de los pajaritos parecía sacado de mis recuerdos.
Algo imposible de olvidar: Su casa.
Corrí como un lunático una cuadra hasta las rejas blancas. En un abrir y cerrar de ojos estaba allí, sudando y muerto de vergüenza.
Ok. Actuar normal, como si siempre hubiese sido de este hermoso y bendito barrio.
Toqué timbre dos veces, la última vez fue por impulso. La cortina se movió de manera fantasmal, una figura de mujer abrió lentamente para ver quien estaba molestando.
La madre de Selene seguía igual, con el delantal de la cocina y el cabello recogido.
Ella frunció el ceño y luego saludó en forma de asombro.
—¡Alex!
Esperaba a que dijera algo más que mi nombre, para orientarme un poco.
—Señora, digo, Andrea ¿Cómo estás?
—Muy bien—dijo rascándose la cabeza de manera sutil— Eh, Sele no está. Ella... salió a dar un paseo.
—Con que un paseo eh... muy raro de su parte.
Ella sonrió y suspiró.
—Porque no la conoces bien.
—¿Dónde puedo encontrarla?
Su rostro se volvió pálido, incómodo con mi pregunta tan inocente como saber el paradero de alguien.
—Ese es el gran problema. Pero creo que está en la plaza, no pudo haberse ido muy lejos.
Sonreí y no perdí más el tiempo. La plaza no estaba lejos, era una cuadra de distancia. Quise recapitular el mismo recorrido para refrescar la mente, buscando su rostro en alguna parte. Coincidí conmigo mismo en que ser despistado era más que un defecto, era un problema. No había indicios, pero el momento era el presente, para volver a verla.
Inquieta. Dubitativa. El chico que la acompañaba sostenía su mano sobre su cabello mientras caminaban de espaldas. Ella por su parte, hacia muecas de desagrado y de vez en cuando miraba a sus costados, perseguida, por si alguien la estuviera observando.
El hermano no era, ¿Quizás el primo? No. Estaban muy cerca, tan cerca que el en un segundo le robó un beso fugaz. En ese momento sentí una punzada en el corazón. Tragué saliva y me dejé llevar por el instinto. Adelante los pasos, enojado, dolido, confundido.
—Sele— susurré a sus espaldas.
Automáticamente ambos giraron. La mirada fulminante de él me atormentó hasta los pensamientos, pero fijé los ojos en ella. Supuse que algo había detrás.
—¡Alex! —vociferó y se abalanzó hacia mí.
No pude mover mis brazos, estaban petrificados, pero por dentro corría a mil kilómetros por hora. Ante los ojos del chico que estaba ocupando un lugar en la vida de Selene que no le correspondía, la vergüenza poco a poco inundaba todo mi ser.
—Que.... que bueno verte— agregó ella después del cálido abrazo.
—Pasé por tu casa y tu mamá dijo que podía encontrarte cerca— sonreí tímidamente.
Selene se volvió hacia él, como si lo hubiese olvidado.
—Alex, él es Martin mi...
—Novio. Soy su novio— termino la frase con una voz de autoridad.
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Sin retorno
Novela JuvenilAlex después de haberse dormido en el sillón de su casa, despierta en otra ciudad, con otra vida, otras personas. Todos los días, todo diferente, pero sin motivos. ¿Podrá Alex volver a la normalidad?