Ánika
Sentados en la mesa miro sus hermosos ojos que me llevan a un espeso y inmenso bosque de color verde, me reconforta y tranquiliza perderme en ellos, son preciosos. Sus labios curvan una sonrisa que devuelvo al instante y nuestro momento íntimo es interrumpido por el camarero del lugar que viene a por el pedido.
Lo miro y pido lo mismo de siempre, un frapuccino de vainilla acompañado de una rebanada de cake de chocolate blanco con fresas. Scott por su parte pide solo un café expresso como siempre.
—¿Qué haremos con Stuart? —me pregunta.
—Dejémoslo unos días más, no creo que esté bromeando con algo así y quiero ver que trama —le respondo.
—Siempre lo ha hecho Ánika, solo para molestar, ¿entonces vas a actuar como que aún no nos reconoces? —interroga con molestia en la voz y me quedo callada por unos segundos.
—Exacto quiero saber cómo es que sabe cosas íntimas sobre nosotros y a que juega.
Nos pasamos unas horas en la cafetería, Scott tomaba mi mano tomo el tiempo, sus ojos delataban lo feliz que estaba y yo no podría decir lo contrario, a pesar de que mi cabeza no paraba de dar vueltas por culpa del maldito cuñado que tenía.
Vamos de vuelta a la mansión y al estacionar el auto justo cuando voy a salir, Scott me agarra la mano y hace que vuelva a sentarme en el asiento.
Lo miro y él me dice bastante cerca de mi cuello:
—No sabes cuánto te extraño en las noches nena —me susurra y hace que me den escalofríos por todo el cuerpo.
—Yo también amor —le respondo con la voz entrecortada y giro mi rostro para quedar a escasos centímetros de su boca.
Scott pega su frente a la mía mirando con fijeza mis labios y yo los suyos, escucho su pesada respiración....
Inhala ,Exhala , Inhala , Exhala
¡No aguanto más!De un tirón presiono con fuerza sus labios con los míos, al momento su boca se abre dándole paso a mi lengua, chupo sus labios con deseo y jadeo en respuesta. Sus manos agarran con ternura mi cara presionándome más contra su boca, al instante él es quién toma el control y entre gemidos y mordidas en mi labio inferior, me trepa encima suyo.
El auto es lo suficiente grande como para darme acceso a sentarme en su regazo y no molestarme el volante. Inconsciente comienzo a mover mis caderas encima de su entrepierna, la fricción me hace suspirar, y su lengua no para de jugar de forma placentera con la mía mientras, una de sus manos va al cierre de mi vestido de cuello y lo baja con prisa. Bruscamente lo jala abajo de un tirón dejando mis tetas expuestas a su merced, solo con el pequeño sujetador que las sostienen.
Se separa de mi boca , mira a mis pechos con intensidad y deseo al mismo tiempo, hace que corrientes eléctricas vayan a esa zona demasiado sensible que tengo. Nuestras respiraciones son un lío, veo que una de sus manos baja uno de los tirantes de la ropa interior de mis pechos y, su boca no tarda en irle encima a mi teta expuesta.
ESTÁS LEYENDO
Más allá de lo que se puede Ver
Romance¿En qué momento la perfecta burbuja en la que vivía se rompió? Todo el cuento de hadas que vivió por 26 años se esfumó como humo frente a sus narices. Lo que menos imaginaba sucedió, y mucho menos pensó que su esposo y hasta su familia, le ocultara...