CAPITULO 10

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•Demian•

La cabeza me da vueltas y siento como si el cerebro se me aplastará dentro del cráneo lo que me hace prometer internamente no volver a beber, la cual es una promesa que sé a la perfección que voy a terminar rompiendo esta noche cuando no pueda dormir por no dejar de pensar en cierta señorita pelinegra, desesperante y de sonrisa hermosa.

Así que sí, me voy a dar el lujo de culparla de mi situación actual, porque si no hubiera entrado a mi oficina esa noche y no hubiera bromeado conmigo y no hubiera sonreído como lo hizo yo no estaría sin poder dormir noche tras noche.

Desde ese día no he hecho otra cosa más que evitarla lo más que puedo, tanto en el trabajo como en el mismo edificio porque desde que metió las narices donde no debía me veo conteniéndome lo indecible por no ir, besarla y hacerla que hablemos de todas las cuestiones que implican el pasado y aclaremos todo. Y ya lo habría hecho si no fuera porque cada vez que estoy a nada de cumplirlo la imagen de su sonrisa es sustituida por una de su maldito anillo de compromiso.

Siendo honesto el anillo es lo que menos me importa, pero si me importa el hecho de que si la beso con esa cosa puesta no la sentiré como mía y por más posesivo que suene, desde que me abrazó fuera de la fiesta donde nos reencontramos el tener de vuelta esa seguridad me está volviendo lo que sigue de loco.

Bajo a la cocina con la cabeza aun martilleándome y retumbando en las sienes, pero aun así algo animado pensando que gozaré de paz matutina. O al menos eso creo hasta que veo a Maya y Grecia sentadas frente a la barra.

—¿Qué hacen aquí? —No pierdo tiempo en preguntar—.

—Si, buenos días para ti también, hermanito gruñón. —Ironiza Grecia poniendo frente a mí una taza de café—.

—Yo me quede a dormir otra vez. —Se explica Maya—. Sigo sin confiar en que te quedarás quieto aquí y no irás a decirle un par de cosas a Brooke.

—Cierto, sobre Brooke... —Comienza mi hermana y ya sé hacía donde va—. ¿Hasta cuándo pensabas decirme que la contrataste para que se encargará de los negocios del abuelo?

—Al parecer el abuelo no sabe guardar silencio por mucho tiempo.

Le resto importancia y me concentro en mi café y no en el posible dolor de cabeza que la futura riña con Grecia va a provocarme.

Y Maya como leyéndome el pensamiento me pasa un bote de aspirinas. No le daré las gracias, pero ella sabe que internamente ya lo hice mil veces.

—No has respondido a mi pregunta, Demian.

—¿Y qué quieres que te diga, Grecia? —Mantengo mi tono sereno, pero solo porque si alzo la voz al menos una décima la cabeza podría explotarme—. No estoy en obligación de comunicarte absolutamente nada de lo que haga respecto a mis negocios.

—Yo voy a ir a fingir que no estoy escuchando nada a la sala.

Le ruego a Maya con la mirada que no me deje solo con la loca de mi hermana, pero ella solo se encoge de hombros y me abandona.

Traidora.

—Estoy de acuerdo contigo en la parte de los negocios, Demian. —Continua Grecia—. Pero no puedes pedirme que no tenga esperanza en esto.

—¿Esperanza sobre qué?

—Sobre ustedes.

Se sienta a mi lado frente a la barra y por un momento me dan ganas de carcajearme respecto a su pensamiento hasta que veo el brillo en sus ojos y la sinceridad también a través de ellos, eso me hace contenerme.

Cuestion de AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora