CAPITULO 21

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Maratón 3/3

•Demian•

Entro en mi habitación quitándome de inmediato el saco y la corbata y ver si así el calor que siento disminuye al menos un poco y las sensaciones demasiado marcadas desaparezcan por si solas, aunque yo sepa que eso solo puede lograrlo cierta señorita pelinegra y que en este preciso momento me odia.

No puedo evitar que una sonrisa se expanda por mis labios al recordar el suceso, que, si bien no fue fácil hacerlo, pero se logró y era casi una misión imposible, porque esa mujer me encanta lo indecible y ni siquiera puedo concentrarme del todo para servir mi trago de whiskey mientras imagino la forma en que ese vestido rojo hubiera caído al suelo.

Saco las bragas de mi bolsillo y sin remordimiento alguno las llevo a mi nariz y me complazco imaginando la noche en que pueda tenerla. Me gusta torturarla, aunque prácticamente sea también una tortura para mí, pero solo me consuela el saber que el día que la tenga será algo sin palaras.

Respecto a Jake no tengo mucho para decir, me siento mal por él, claro que lo hago, pero me sentiría peor sin decir ese te amo que simplemente ya no podía contener. Además, él debe dejar de dárselas de ciego porque yo sé que siempre ha sabido la realidad de los sentimientos de Brooke, y ahora que estamos de nuevo juntos todo queda más a la superficie, él no puede ser el único que no lo note, todos lo hacen y quien no, simplemente lo sospecha.

Y bueno, en retrospectiva, él la beso primero cuando era mi novia. El karma tarda, pero llega. Sé que Brooke no quiere hacerle daño, pero eso es inevitable, tan inevitable como que estemos juntos cuando nos reclamamos como lo hacemos.

Estoy por cumplir con lo que dijo Brooke cuando unos golpes fuertes y desesperados se dejan oír en mi puerta, desconcertándome y haciéndome maldecir por desviarme de mis propósitos.

Pienso ignorarlos hasta que se escuchan aún más insistentes, por lo que algo molesto decido abrir.

En cuanto abro la puerta no tengo siquiera tiempo a procesar de que se trata de Brooke antes de que se me tire encima, besándome con esa fuerza y deseo que tanto echaba de menos.

Pienso protestar, pero eso se me olvida en cuanto da una ligera mordida a mi labio inferior, lo que me hace reaccionar del todo a ella. La tomo por el trasero, levantándola y ella no pierde tiempo en enredar sus piernas alrededor de mi torso, permitiéndome cargarla y adentrarla en mi habitación. En cuanto la puerta se cierra la estampo contra esta, haciendo el beso más posesivo y demandante, como si quisiera demostrarle lo mucho que la eche de menos.

Entonces es cuando me doy cuenta del todo de los hechos, cuando logro salir por un momento de sus perfectos encantos y capto a la perfección lo que estoy haciendo, lo que ella me está haciendo hacer, que para empezar es convertirme en un patético mentiroso.

Como si de repente quemará más allá del fuego del deseo, la bajo y me aparto de ella sin soltar su cintura y al ver su sonrisa de suficiencia incluso yo quiero reírme de mí mismo.

¿Qué es lo que haces conmigo, princesa?

—¿Qué no será hoy? —Me aparto un par de pasos más, sabiendo que de alguna manera ahora ella me tiene a mí—. ¿Estás seguro?

—Mi orgullo está en juego, princesa.

—Entonces no me quedará de otra más que convertirte en un mentiroso.

Trato de averiguar su siguiente movimiento, pero este queda al descubierto cuando con esa jodida sensualidad que desprende por cada parte de ella, baja las tiras de su vestido, dejando sus pechos al descubierto para después bajar el cierre del vestido y con esto haciendo que caiga del todo y solo ahora me arrepiento de haberle quitado las bragas porque su cuerpo, así tal cual, es la tentación y rendición total para mí.

Cuestion de AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora