01: «J-Five»

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Qué lindo sería perder la realidad y despertar en un sueño—Umbra

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Qué lindo sería perder la realidad y despertar en un sueño—Umbra.

«JACEL»

Sonrío cuando siento el quinto puñetazo con más potencia impactar en mi estómago, pero no puedo parar de reír. Estoy enloqueciendo de risa. Y eso es lo que está frustrando a los chicos que comparten algunas de mis clases. Es lo que he estado buscando, que se frustren y deseen golpearme más. Creía que estaban equivocados cuando me llamaron drogadicto, pero no, no se equivocaban, sí, no soy adicto a las pastillas, yo soy adicto al dolor, no emocional, “Como si yo sintiera algo.” Soy adicto al dolor físico, cada golpe que recibo me hace sentir vivo. ¿Es extraño? Quizás, la verdad es que eso me tiene sin cuidado. No me importa.

Pero mientes… tú si puedes sentir, solo no quieres hacerlo.

A veces es difícil callar mis verdaderos pensamientos, y eso sí qué es una mierda con control propio.

—¡Bastardo demente! —grita el de camiseta roja.

Una carcajada se me escapa ante sus palabras, no escucho nada nuevo, siempre las mismas estupideces, todo lo que salen de sus patéticas bocas es repetitivo y aburrido. Ojalá existiera un diccionario para idiotas. Hasta se los regalaría, lo juro.

—¿Demente? No tienes nada nuevo, vaya sorpresa —expongo mientras escupo en el piso cerca de sus pies. Me trajeron al patio trasero del instituto, según ellos, para darme una “lección de humildad”, imbéciles—. Pero dejame decirte algo, imbécil aburrido: un demente no piensa antes de actuar, solo se deja llevar por sus impulsos, sí yo fuera un demente estarían muy jodidos, pero tienen suerte… Bueno, sí solo me hubieran golpeado en silencio la tendrían.

Libero una risa divertida al mismo tiempo que me levanto bajo sus miradas, hago tronar mi cuello y relamo la sangre de mis labios sin dejar de lado mi sonrisa que poco a poco se torna maliciosa.

Soy adicto al dolor físico, pero no solo al mío.

—He resistido hasta el final, veamos si ustedes pueden hacerlo —Me coloco en posición de pelea—. ¡Vengan, inútiles!

Y lo hacen, me atacan los tres. Antes de que lleguen a mí, logro patear a uno en el estómago, cae al suelo retorciéndose de dolor. No me distraigo de los otros dos, evito con éxito alguno de sus golpes, pero ellos no pueden con los míos, en menos de tres minutos sonrío satisfecho al verlos sangrando en el suelo, a mis pies.

—Sí van a golpear a alguien, al menos aprendan a hacerlo bien. Ahora mismo se ven tan patéticos que hasta siento pena por haberlos goleado —miento con seriedad. Ellos están tirados, quejándose y deseando llorar—. Vamos, no me digas que vas a llorar, George —le hablo al líder del grupito que cometió el error de meterse conmigo—. Yo no he derramado ni una p*uta lágrima desde que me comenzaron a golpear.

JACEL© [La forma en la que lates] #1 LGBT Donde viven las historias. Descúbrelo ahora