03: «Mentiroso»

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No le temo a mis demonios, le temo a mis heridas y latidos furiosos: Umbra

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No le temo a mis demonios, le temo a mis heridas y latidos furiosos: Umbra.

«JACEL»

Dejo el bol de palomitas a un costado cuando la película termina, miro a Jake y entorno los ojos.

—Ya terminó, idiota.

Lentamente abre sus dedos y observa la televisión, baja sus manos cuando se asegura que no miento.

—No entiendo tu fetiche con las películas de terror, en serio, no soporto verlas.

—No te obligo a verlas, fue tu decisión quedarte —digo con indiferencia—. ¿Tus padres siguen de viaje?

—Cómo siempre —Sonríe y estira su cuerpo—. Ya me acostumbre a estar solo, es por eso que me mudaré a un departamento en uno de los edificios de la familia Newman.

—Ya veo.

—Puedes venir conmigo, estuve viendo los departamentos y son muy espaciosos.

Me lo pienso unos segundos y luego niego. Por más que desee salir de casa, no puedo, mi madre y hermano mayor harían un escándalo. Los cuatro idiotas no tiene idea de qué intenté suicidarme de verdad, sí, les mentí diciendo que sólo eran rumores de mierda. No deseaba, ni deseo lidiar con sus reproches ni nada por el estilo.

—Que mal, sería genial tener un compañero de habitación —Su mano se aferra a mi pierna, puedo ver lo que insinúa con solo mirarlo a los ojos—. Hace mucho que no disfrutamos de un momento más…

—Ah, eres un maldito pervertido —Alejo su mano y me recuesto en el sofá, él como siempre tan descarado no demora en treparse encima de mí—. No tengo ánimos para follar, así que no fastidies.

—Oh, vamos, follar hace que el ánimo se eleve, así que deja que te haga sentir bien —Baja hasta mi cuello, cierro los ojos cuando sus labios besuquean mi piel—. ¿Quieres hacerlo aquí o en la habitación?

—Aquí está bien.

[...]

Bostezo cansado, el idiota de Jake duerme cómodamente encima de mí, su desnudez cubre la mía, apenas hace unos veinte minutos terminamos de tener sexo. En ocasiones obtenemos placer el uno del otro, sé que soy el único chico con el que folla, de resto solo le van las mujeres. Supongo que tengo algo que a él le atrae. No soy de los que tienen sexo casual, pero Jake es una excepción, físicamente es atractivo, su personalidad está lejos de ser atrayente para mí, pero es soportable.

—Sí quieres puedes ducharte primero —murmura sobre mi pecho—. Estoy tan enamorado de tu pene, Jacel, que cada dolor de cadera vale la pena.

Resoplo una sonrisa, porque admiro que me gusta que diga esas cosas, luego lo empujo sin delicadeza alguna a un costado, me levanto y me dirijo al baño.

—¡Hey! —exclama, un segundo después lo escucho reírse.

Una hora y media después me encuentro saliendo de la casa de dos pisos de Jake. Me coloco la capucha y camino con un cigarro entre mis dedos. Deben ser como las 3am, no estoy seguro, pero realmente el tiempo carece de relevancia ahora mismo.

Reviso mi bolsillo trasero, maldigo al no sentir mi móvil. Escupo una grosería al recordar que lo dejé sobre la mesa ratonera de la sala de Jake.

En fin, seguramente mañana él me lo entregará.

[...]

Abro la puerta de casa y luego la cierro dando un portazo. Mi forma de decir que he regresado.

—¿Dónde estabas? —Doy un salto ante la pregunta inesperada.

La luz de la sala se enciende dejando a la vista a un chico alto y de musculatura envidiable. Sus ojos iguales a los míos me miran con seriedad.

—No es tu asunto donde yo esté o no esté —escupo caminando hacia la que viene siendo mi habitación, sin embargo, él se atraviesa, impidiendo que avance—. Quítate, imbécil.

—Responde.

—No tengo que responderte una mierda, quítate o te quito —escupo, amenazante.

—Ya he soportado bastante tu comportamiento de mierda, pero no más, desde hoy estás castigado —asevera dando un paso hacía mi, no puedo evitar retroceder y maldecirme por eso. Mi cuerpo no olvida el daño que me hizo—. De casa al instituto, y del instituto a casa, ¿entendido?

—Jódete.

Intento pasar junto a él, pero me sostiene por el brazo y de un movimiento me tiene contra la pared, mis ojos se abren entre la sorpresa y el miedo.

—No me hagas perder la maldita paciencia, Jacel —escupe, su rostro está lo suficientemente cerca como para sentir su aliento a menta—. Obedece y deja de ser un niño malcriado.

—¿Y sí no lo hago? —pregunto con irritación, una que intenta camuflar mi deseo de llorar, asustado—. ¿Vas a castigarme? O quizás, ¿vas a golpearme, hermano? Aunque aquí no hay nadie para ver el espectáculo.

Trago saliva cuando me libera y se aleja.

—Te he repetido mil veces que eso fue un error, superalo —escupe mirándome con algo que no logro definir—. Deja eso en el pasado, por favor —El desprecio en sus ojos no pasa desapercibido.

—Sí, ahí están tus verdaderos sentimientos, esos que no entiendo por más que intente hacerlo —escupo—. Me odias y desprecias, siempre lo supe, desde pequeño entendí que jamás serías el hermano que yo…

—Cierra la boca —Sus ojos fríos y carentes de emoción me hacen sentir pequeño—. Estaba equivocado, sé que sí, pero no es fácil, okay. Intento aceptar que tienes gustos diferentes, quiero poder aceptarte, cometí muchísimos errores, la he jodido a lo grande, pero maldita sea, lo siento, de verdad lo siento.

—Ah, claro —digo con burla y enojo—. Entonces porque lo sientas yo debo aceptarlo y disculparte.

—No es lo que dije, solo que al menos deberías intentar poner de tu parte para que nuestra familia no se destruya para siempre.

—Lo que pasa, Kaemon —No sé como, pero me muevo y quedo frente a él. Nuestros ojos se conectan en una mirada del mismo color—, es que yo te odio y lo que tu llamas familia, para mí ya no significa nada gracias a ti.

—Entonces déjame darle un significado.

—No seas ridículo.

—Déjame hacer que dejes de odiarme, prometo que seré un buen hermano —Me tenso cuando sus manos se instalan sobre mis hombros—. Jacel, voy a demostrarte que realmente estoy arrepentido, que a pesar de toda la mierda que te hice pasar, yo si te quiero, y sí te considero mi familia.

Kaemon jamás ha sido una persona de confianza, y es por eso que no creo nada de lo que sale de su boca. Ser sentimental, esa mierda jamás fue algo que se le diera bien con nadie y a mí tampoco.

—Querías saber dónde estaba, ¿verdad? —Él duda, pero al final asiente—. Estaba follando con un amigo, y vaya que lo disfrute.

Sonrío cuando tensa su mandíbula, estoy esperando sus palabras hirientes y quizás uno que otro golpe, pero lo que no me espero es el suspiro que libera.

—Tener sexo es mejor que andar drogandote con idiotas perdidos, espero te hayas cuidado, Jacel —Abro la boca, pero no logro decir nada—. Ve a dormir, y la próxima vez responde mis mensajes y llamadas, no me hagas preocupar de está manera.

Pasa junto a mí y se pierde en el pasillo, con la mirada vacía entro en mi habitación. No puedo creerle, él es un mentiroso, no vale la pena ilusionarme por palabras vacías.

Umbrablack.

JACEL© [La forma en la que lates] #1 LGBT Donde viven las historias. Descúbrelo ahora