12: «De los que no dicen cosas»

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He tratado de olvidarte cerrando mis heridas, pero no puedo evitar que tu sonrisa y tus besos me acaricien cada noche, en cada sueño y en cada latido—Umbra

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He tratado de olvidarte cerrando mis heridas, pero no puedo evitar que tu sonrisa y tus besos me acaricien cada noche, en cada sueño y en cada latido—Umbra.

JACEL.

Los exámenes comienzan la semana que viene, y como quiero tener la motocicleta de Kaemon, he decidido asistir a clases de matemáticas luego de la última clase. Es la única asignatura que se me hace compleja, las demás no son tan difíciles, y por suerte tengo buena memoria. Tengo tres día para entender lo que no entiendo y poder dar con confianza el examen. Es por eso que me encuentro en una de las aulas, esperando a la persona que me ayudará con matemáticas.

Me acomodo en uno de los pupitres del frente, saco mis cosas y espero, la persona que se supone va a ayudarme está retrasada. Miro la hora en mi móvil, y cuando lo bloqueo escucho que la puerta se abre, dirijo mi vista hacia la entrada y ahí está el chico con el que no quiero cruzarme lo que resta de mi vida, y no porque lo odie o me caiga mal, sino porque me recuerda al chico que aún amo y que jamás podré dejar de amar.

—H-Hola.

—Comencemos —digo sin expresión alguna.

Helleth se acomoda frente a mí y comenzamos con las tutorías. Por más que no lo quiera cerca, no puedo desperdiciar el tiempo, por lo que nos pasamos la hora entre explicaciones y ejercicios que me da para saber si he comprendido o no. Una vez terminamos no dudo en tomar mis cosas y salir del aula, mañana tendremos que vernos nuevamente, es un fastidio, pero no tengo opciones.

Mientras camino por los pasillos me encuentro con una escena que me hace maldecir por lo bajo y dirigirme hacia el grupo de chicas que tienen acorralada a Tracey, quien tiene una mirada feroz que grita deseos de clavar algo en los ojos de esas chicas.

—Ey, Tracey, vamos —digo una vez estoy cerca, las chicas se giran a verme. Los ojos de la pelinegra se notan sorprendidos.

—Ella no irá a ningún lado, tiene asuntos con noso…

—¿Sabes quién soy? —pregunto con frialdad, ella abre la boca para refutar, pero la interrumpo y sigo hablando—. Soy el chico al que no me importa partirle la cara a una mujer, así que cállate y deja de actuar como una bravucona, te hace ver más fea de lo que ya eres.

Me aproximo y ella retrocede, pasa por medio de ellas y sujeto por la  muñeca a la pelinegra.

—Vamos, aquí apesta a mierda.

Tracey, pasmada, se deja arrastrar por mí hacia la sala del club al que pertenecemos. En todo el camino se mantiene en silencio, al menos hasta que estamos dentro de la sala, una vez ahí suspira y se libera de mi agarre.

—No esperes que te agradezca, no te pedí que metieras tus narices en mis asuntos.

—Cómo si me importarán los agradecimientos —escupo, y decido centrarme en mi móvil, al parecer los chicos aún no llegan y como no tengo la mejor relación con la de ojos oscuros, prefiero jugar con mi celular.

—Dime, ¿acaso te gusto? —Fijo mi vista en ella.

—Ni aunque tuvieras pene me fijaría en ti —aseguro con indiferencia.

—Así que eres gay.

—Sí.

—Pues yo soy lesbiana—revela y se sienta a mí lado—. Por eso me molestan, al parecer creen que podría enamorarme de ellas y acosarlas o algo por el estilo.

—¿Te gusta alguna de ellas?

—Joder, ni que tuviera tan pésimo gusto, no, me caen como patada en el hígado —dice con cara de horror.

—Entonces deberías decirles, o darles una paliza para que dejen de fastidiar —Elevo un hombro—. Te ayudo si quieres.

—¿En serio golpearias a una mujer?

—No, no soy de ese tipo de chicos inconscientes que no hace diferencia de fuerza entre géneros, soy un maldito cuando me fastidian, pero no golpearía a una chica, solo haría que otra chica lo hiciera por mí —La risa de la de ojos negros me hace mirarla—. La malicia no distingue entre géneros.

—Por un segundo creí en tu moral, Jacel —Elevo mis hombros y me concentro en mi móvil—. En fin, aunque no te lo pedí, me ayudaste, así que te invitaré tragos en el club este fin de semana.

—No soy de beber mucho —declaro al tiempo que bombardeo una cabaña enemiga—. Pero está bien.

—Ok.

Ella se mueve hasta el teclado y comienza con su práctica individual, también canta una de sus canciones originales, es buena, debo admitirlo. Cuando termina la canción hago un sentimiento de satisfacción, es buena.

Ojos que lo ven todo, que creen verlo todo.
Miradas que gritan con heridas silenciosas.
Estoy cayendo en la amargura de un abraza frío.
Estamos atrapados en un sentimiento sin calidez, sin amor.

Elevo una ceja cuando ella susurra esas palabras mientras mira fijamente las teclas de su instrumento y escribe en su cuaderno azul, uno que tiene, según Murphy, desde hace muchos años. Es notable que tiene una nueva letra en su cabeza, pero puedo notar que no sabe cómo continuar. Me levanto de mi lugar y camino hacia ella. Está golpeando la hoja de su cuaderno con la punta de la lapicera negra, sin que se de cuenta leo las palabras que estaba susurrando antes.

El abismo de este caos interno me deja sin aliento.
Quiero respirar, déjame salir de este infierno.
Soy una caída sin final, salva este corazón roto, deja que lata, déjame latir de nuevo.

Susurro sobre su oído sobresaltado su cuerpo. Ella se vuelve a  verme con clara sorpresa en esa oscura mirada suya.

—E-Es buena.

—Lo sé —Tomo su cuaderno y la lapicera para poder escribir más. No me doy cuenta de que me he dejado llevar y que ya tengo escrito algunas estrofas. Tracey está a mi lado, leyendo y haciendo muecas de satisfacción—. A veces mi mente se llena de palabras y la mayoría del tiempo las ignoro, pero si te ayuda bien, creo que la letra irá bien con tu voz y estilo.

—Creo que puedo agregarle algo más de mi parte y tendremos la letra de una nueva canción, obvio, te daré el crédito…

—No hace falta, mantén esto entre nosotros —pido. Le entrego el cuaderno y vuelvo a mi lugar y sigo jugando con mi móvil.

—¿Por qué? Digo, no somos amigos, pero ya son dos veces que me ayudas —Hace una expresión pensativa—. Te gusto y me has mentido sobre que eres gay, ¿verdad?

—Soy de los que no dicen cosas, no de los que mienten. —declaro sin mucho interés.

Mmm, sospechoso.

Los demás chicos llegan y me saludan, también pasamos algunas palabras y luego se meten de lleno en la práctica de la banda. Tracey no menciona nada sobre la canción que estuve escribiendo con ella, supongo que lo hará cuando la terminé.

Umbrablack.

JACEL© [La forma en la que lates] #1 LGBT Donde viven las historias. Descúbrelo ahora