06: «Recuerdo»

183 42 10
                                    

El mundo late a tu manera, pero no siempre tu lates a la suya—Umbra.

El mundo late a tu manera, pero no siempre tu lates a la suya—Umbra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No suenan mal. La batería marca correctamente el tiempo y ritmo de la canción, una que no tiene letra. Es una melodía poderosa, me gusta, no puedo evitar tararear y mover la cabeza. Uno de los sueños que tenía cuando era más chico, era tener mi propia banda de rock y salir a recorrer el mundo. Ahora me río de ese deseo.

—Es fácil ver la guerra en tu mirada, es difícil traspasar muros de desesperación —canto de forma susurrada.

Mi pierna se mueve al ritmo de la canción, ya tengo la letra en mi cabeza, juro que quiere salir de entre mis labios, pero me contengo y solo cierro los ojos, disfrutando.

La risa de Hallory llenaba su habitación, no había nadie más que nosotros y eso me encantaba. Pasar tiempo a solas con mi novio siempre era lo mejor de mis días.

—Las chicas se me quedaron viendo cuando comencé a cantar —contaba con emoción—. Fue genial, nadie podía creer que yo, el perdedor del instituto, fuera un tremendo cantante… fuah, debiste verme, parecía profesional.

Me gustaba, me gustaba mucho cuando él era así de abierto con las cosas que le sucedían.

—Estoy un poco celoso —dije, acomodándome en su cama con la espalda contra el respaldo de madera—. No me gusta que nadie mire a mi novio, solo yo puedo mirarte como si fueras un pedazo de carne, grrr.

La carcajada de Hallory me hizo reír también.

—Te amo, bebé —Él se lanzó sobre mi cuerpo y comenzó a besuquear todo mi rostro. Amaba cuando hacía eso.

Salgo de mis pensamientos cuando ellos terminan de tocar, mi corazón duele un poco, lamentablemente hasta los recuerdos bonitos se sienten amargos.

Desde mi lugar veo cómo hablan sobre lo que deben mejorar, parecen muy unidos, es algo primordial en una banda.

—¡Perdón por llegar tan tarde! —la exclamación de una voz suave que reconozco me hace girar hacia la puerta—. Tuve un inconveniente…

Se queda de piedra cuando nuestras miradas se conectan. Hago resonar mi lengua con irritación al verlo. Lo que me faltaba. Él único que nota mi expresión fastidiada es Murphy, pero no hace ningún comentario.

—No te preocupes, Helleth —dice la pelinegra con adoración en la voz. Ella se apresura a salir detrás del teclado y corre hacia el mocoso para abrazarlo con fuerza—. Te eché de menos.

—No exageres, almorzamos juntos hoy, Cey —pronuncia el de cabello castaño, ahora lleva el gorrito—. Además solo me encargo de limpiar el lugar… no soy bueno en la música.

Mentiroso. Pienso al recordar que canta como los mismísimos ángeles.

—Con tener tu dulce presencia es más que suficiente para inspirarnos —habla Nich logrando que el de mirada verde entorne los ojos.

—V-Veo que tienen un n-nuevo integrante —comenta el de gorrito, escucho como Tracey hace chasquear su lengua.

—No es nadie, tienes prohibido acercarte a él —Le doy una mirada poco sorprendida a la de ojos oscuros—. Solo viene aquí porque es amante de perder el tiempo.

—Oh —Es todo lo que suelta el hermano de mi ex novio fallecido.

Parece que fingirá no conocerme en lo absoluto. No tengo nada en contra de esa idea, pero le voy a enseñar cómo se actúa de verdad. Me levanto del sofá y camino con tranquilidad hasta él, quién tiene que elevar un poco la vista para verme.

—Mucho gusto, Helleth, soy Jacel —Estiro mi mano con una sonrisa amigable en mis labios, él trata saliva y con indecisión toma mi mano—. Espero seamos amigos.

—C-Claro…

—Claro que no, aléjate de mi precioso Helleth —La pelinegra se abraza al de ojos verdosos y lo aleja de mí—. Un ángel y un demonio no pueden ser amigos.

—¿Es así? —le pregunto con una sonrisa maliciosa, ella frunce el ceño alerta—. Oh, no, de repente me dieron ganas de probarte lo contrario.

Miento, porque definitivamente Helleth Lowell y yo no podemos ser más que desconocidos.

—Hijo de pu… mmm.

La mano del menor cubren los labios pintados de la pianista, sus ojos se fijan en mí, veo un poco de miedo en ellos. Quizás piensa que golpeare a una mujer.

—Lo siento, mi amiga no quiso decir eso —Sonrío y asiento.

—No hay problema —digo y me encojo de hombros—. Somos libres de expresarnos.

Como si me fuera a afectar que insulten a mi madre.

—Se acabó el descanso, Tracey, vuelve a tu lugar, hay que seguir practicando.

La única mujer en el lugar maldice por lo bajo, pero regresa a su lugar y la banda continúa ensayando.

***

Reviso mi móvil, por suerte Jake me lo devolvió. No tengo muchos mensajes, pero si algunas llamadas de Kaemon. Ese bastardo es mayor que yo por un año, tenía esperanzas de que se fuera de casa una vez comenzará la universidad, pero no, decidió estudiar en la universidad de la ciudad, y está queda cerca de casa.

Marco su número y me llevo el móvil a mi campo de audición, él no demora en responder.

—¿Estás bien?

Me quedo en silencio al escuchar esa pregunta en vez de sus reclamos. Me toma unos segundos recomponerme.

No soy un jodido niño, ¿sabes? —escupo y miro a ambos lados de la calle antes de cruzar—. Estoy saliendo del instituto, me uní a un club.

Ah, espérame, iré a busca…

No. Puedo llegar por mi cuenta —lo corto con frialdad—. Y deja de fastidiarme con tu actuación de buen hermano, harás que vomité, maldición.

Corto la llamada y guardo mi móvil sin quitar mi ceño fruncido.

Sonaba realmente preocupado por ti. La voz en mi cabeza resuena carcomiendo mis pensamientos. No, eso es imposible, él me odia, siempre me ha odiado, solo finge.

Tomo una fuerte respiración antes de seguir mi camino, pero no logro dar ni tres pasos cuando alguien me sujeta por el brazo, giro con mi mejor expresión de molestia.

Helleth me suelta y da un paso atrás, pero esa mirada verde me indica que tiene algo que decirme.

—¿Qué?

—El profesor dijo que mantendrá lo que sucedió en la biblioteca en secreto, pero si ese chico te acusa en dirección, sólo tienes que decir que fui yo.

No puedo evitarlo, lo recorro con la mirada, cruzo mis brazos y niego con burla.

—Nadie creerá que fuiste tú, angelito —digo, él arruga su ceño y relame sus labios—. Pero no te preocupes, ese imbécil se mantendrá callado.

—De todos modos… gracias por…

—No fastidies, no lo hice para defender tu culo —escupo y sigo mi camino.

—¡Gracias de todos modos!

Suspiro e ignoro al mocoso bobo.

Tengo que llegar a esa maldita casa que ya no puedo ver como un hogar… que nunca pude ver como uno.

Umbrablack.

JACEL© [La forma en la que lates] #1 LGBT Donde viven las historias. Descúbrelo ahora