Nunca supo porqué estaba en una situación como tal, con exactitud.
Sus labios besaban cada rincón del cuerpo delgado y pálido que estaba bajo suyo. Su lengua lamia botones rosados que luego de ser succionados se tornaban duros y rojitos.
Subió su rostro y percibió un olor a talco de bebé, junto a una colonia de hombre.
Y recuerda entonces, que está masturbándose mientras besa a un hombre. Un hombre que tiene el mejor cuerpo que haya visto en toda su vida.
Porque su cintura delgada es tan tentadora, que ahora tiene marcas rojas de dedos. Marcas suyas, por supuesto. Sus piernas esbeltas con muslos gorditos y trasero moldeable son apetecibles de profanar.
Su pene cada vez soltaba más líquido pre-seminal. Sólo por ver a un adolescente desnudo, y gimiendo bajo él.
—S-Señor, p-por favor... introduzca su p-pene en mí...
¿Cómo mierda es posible que se ponga duro como una roca con tales palabras?
Y el niño suelta un jadeo cuando él tantea su entrada rosada y mojada de lubricantes.
—P-Por favor. Por favor...
Y Yeonjun se acerca a su rostro. Ambos se miran, y el adolescente puede oler su aliento a alcohol.
Decide posar sus manos en las mejillas del hombre maduro, y acerca su rostro más. Para después besar sus labios con dureza y hambre.
Yeonjun suelta un gruñido cuando siente que el niño devora su boca. Pero después, al instante deja de moverse, comportándose sumiso. El mayor aprovecha y mete su lengua hasta el fondo, tanto que el pelinegro menor gime como un gato en celo.
Sus manos sostienen la cintura del contrario y alinea su pene contra su cavidad caliente.
Está ebrio. Y el exitoso empresario de etiqueta que te pide permiso y dice por favor, ha desaparecido.
Por eso, no le importa mucho cuando de una sola embestida llena el agujero rosado del niño bajo suyo. Niño que gime fuerte y arquea la espalda en consecuencia.
—¡S-Sí, señor! A-Así, por favor. N-No duele. P-Puede llenarme t-tanto como lo desee, señor.
Y sus palabras se quiebran al sentir el duro pene del hombre embestir su próstata con fuerza.
Yeonjun toma su cuello y lo comienza a embestir con dureza. Como si estuviera desquitándose de algo.
Su miembro endurece más si es posible, al ver el rostro deformado del niño en una mueca de placer pura, mientras sus grandes manos ahorcan su cuello blanco de chupetones.
Chupetones que son recién echos por él, y otros, por alguien más, pues son menos notorias.
El adolescente se dedica solamente a gemir y a llorar del placer. Del dolor también, pero ama tanto ser asfixiado que lo soporta. E incluso pide más.
Sus piernas temblorosas rodean la cintura del mayor, apegándolo más a él. Y sus gemidos no cesan.
Suelta su cuello y esta vez sostiene sus caderas con tanta fuerza, que tiene por seguro que dejará marcas moradas después en él.
—¡Señor! ¡M-Más! Amo q-que sea brusco... P-Por favor, m-más. Rómpame en d-dos y d-déjeme cojo, p-por favor. S-Se lo ruego.
Sus deseos son oídos, y son cumplidos con obediencia.
Los sonidos chiclosos y de piel contra piel resuenan en la habitación con luces de tonos morados oscuros.
La lencería negra que el adolescente usaba están rotas por culpa de Choi, quien ni bien lo vio, actuó como una fiera salvaje a su presa. Las medias hasta sus muslos y el sostén de encaje eran una de las mejores prendas para Soobin, pues había provocado más de una erección en los hombres que lo contrataban.
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❦| Si te elijo a ti... ©yeonbin ¡ཿ྇
FanfictionSi lo hubieran visto en un lugar como ése, muy de seguro la noticia se correría con rapidez. Llegaría a los oídos de quienes ama, estaría arruinado. No puede permitirse algo así por un error como aquél. Pero... Si fue un error, ¿Por qué no dejaba d...