Episodio 22

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Pequeñas gotas saladas caen en el acolchado sofá color negro.

Soobin muerde la almohada y sus manos aprietan ésta misma con fuerza.

Gime de manera ahogada, cuando Yeonjun toma sus cabellos con más fuerza.

El ruidoso sonido de su piel chocar contra Yeonjun se oye por toda la oficina. Está seguro de que si alguien quisiera asomar su oreja a la puerta podría tener la exclusividad de oír como el jefe de aquella empresa multimillonaria se lo follaba.

A Soobin eso lo ponía duro. Era por eso que ya llevaba cinco corridas. Yeonjun, cuatro. Porque contó las veces en las que su pequeña entrada se llenaba de líquido seminal.

E incluso no sabía de donde ambos sacaban tanto líbido. Soobin pensaba que tal vez a su cliente le excitaba lo que a él.

Que estén teniendo sexo en su oficina en donde en cualquier momento podrían llamar al mayor o tal vez hasta abrir la puerta.

Él no le había puesto seguro a la puerta. Y qué mierda importa, dijo.

Estaba tan desesperado en ser follado que ni siquiera se detuvo a pensar en eso.

Y no podía importarle nada aquello ahora.

Porque, qué cosa sería de su interés cuando ahora Yeonjun golpeaba su trasero y lo penetraba con fuerza. Como la primera ronda.

Sus manos amasaban ambos montículos blanquecinos. Yeonjun sonrió de lado.

Aún estaba la marca en su nalga derecha. Una silueta perfecta de una correa. Estaba morado.

Y era una gran marca. Claro que al mayor le gustaba marcarlo. Su piel lechosa siempre recibía las marcas bien, impregnadas en su piel, toques simples lograban ponerlo rojo o hasta incluso morado. Gruño cuando separó ambas nalgas. Dejando ver su miembro enterrado en la entrada rosa del niño.

La saco, viendo rastros de semen y fluidos. Cuando volvió a penetrarlo, resonó un sonido obsceno. Cremoso. Y el menor gimió su nombre.

Otra vez su pene acarició su próstata. Y continuó.

El de hoyuelos soltó la almohada para abrir los ojos y labios, repentinamente.

Los brazos de Yeonjun rodearon con totalidad su cintura. Sus piernas se pusieron a ambos lados de sus caderas y comenzó a embestirlo con rapidez.

—¡Y-Yeonjun! ¡D-Detente! Ah, mierda, mierda. Mgh, p-para, por favor. N-No e-estoy ¡a-acostumbrado! ¡Hyung! ¡Hyung! ¡Ah! —calló cuando la mano derecha de su cliente le tapó la boca. Gritó como pudo y comenzó a llorar del placer. Era demasiado.

Era como una especie de máquina. Las estocadas eran rápidas y duras, ya el sonido de sus pieles chocar podría escucharse con facilidad. El punto dulce de Soobin estaba siendo fuertemente abusado, y gracias al movimiento, el miembro del adolescente se frotaba contra el acolchado sofá.

La mano que reposaba en el abdomen del joven se dirigió a su pezón derecho y entonces Soobin no soportó.

Arqueó la espalda y se metió los dedos de Yeonjun a la boca. Succionando tal cual un miembro. Mientras gemía y provocaba vibraciones en sus dígitos.

Su semen manchaba el sofá, y su canal apretaba el miembro grande dentro suyo que por consiguiente, se corrió en su interior. Oye el gruñido de Yeonjun en su oreja y suelta más lágrimas.

Una vez siente que el hombre ha terminado de correrse dentro suyo, al fin relaja su cuerpo y se echa contra el sofá.

Los dedos del contrario salen de su boca, pero para meterlos de nuevo.

❦| Si te elijo a ti... ©yeonbin ¡ཿ྇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora