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Si de algo claro estaba algo Felix, es que ahora mismo se encontraba cavando su propia tumba. La curiosidad y terquedad no iban de la mano, para el pecoso, ni siquiera pensarlo.

No contó las veces que salió de la habitación arrepentido e indeciso de hacer lo que ahora se encontraba haciendo. Rebuscaba de forma paciente y desesperada a la vez entre los cajones de Joseph, tratando de no dejar las cosas fuera de su posición y levantar alguna sospecha. Sin mucho éxito, cerró el ultimo cajón que le quedaba por revisar.

Inspeccionó con su mirada la habitación viendo que otro lugar podría husmear, hasta que se fijó en su escritorio, tenia varios libros allí, uno le llamó la atención en específico, este no era un libro, sino una libreta de apuntes.

Su portada se trataba de un dibujo a lápiz sobre una calle con altos edificios que no conocía. Levantó esta tapa y hojeó delicadamente cada página, mostrándole dibujos que entendió eran propios de el.

Se detuvo en uno de ellos, no tenía la misma estética que los demás, era un boceto de un rostro, pero aun no parecía terminado, intentó acomodar la libreta para su vista pero se escuchó el sonido de la puerta. Cerró la libreta rápidamente y fue hasta la ventana que estaba al lado del escritorio.

Felix le dio una mirada cuando estuvo dentro, el alzado de cejas de Joseph lo tomó como saludo.

Suspiró despreocupado y fue hasta su cama, tomó un libró cualquiera y pretendió leer. Por encima de este miraba al mayor y las acciones que hacía; dejaba su mochila y se quitaba el uniforme, se quedó quieto por un momento y se sentó en su cama frente a Felix.

Rápidamente regresó su mirada al libro rezando por dentro de él que no haya sido descubierto.

—¿Por que te interesa saber tanto de mi?

Esta pregunta le quitó el falso interés de la lectura a Felix y dejó el libro a un lado. Ladeó su cabeza buscando alguna respuesta que no diera tantos detalles y que desviara su obvia curiosidad.

—Eres misterioso, raro, reservado... cosas que ya sabes ¿debería seguir?

—Gracias —Joseph soltó una risita inaudible.

—Además, eres mi compañero de habitación, viviremos así hasta que uno de los dos termine su carrera primero.

Joseph meditó por unos segundos, se puso de pie y fue hasta su escritorio para tomas su libreta, entregándosela a Felix y sentándose nuevamente en la cama.

Felix la tomó con sus manos un tanto temblorosas, sin creer lo que había hecho, la abrió justo en el dibujo donde se había quedado hace un rato, Joseph río al darse cuenta.

El pecoso deseó ser tragado por el colchón en ese momento, sintiéndose estúpido, analizó con más calma los detalles de aquel boceto.

Se dió cuenta de que el pelo y las orejas ya estaban dibujadas, algo de lo que no se había fijado. Miró por unos segundos más y le devolvió la libreta a Joseph.

—Eres bueno.

—Trato de hacerlo mejor —se encoge de hombros.

El silencio adornó la habitación por un momento hasta que de repente te Joseph se puso de pie.

—¿Tienes algo que hacer? —pregunta rascando su nuca.

213 | HyunLix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora