—¡Despierta!—llamó una voz conocida.
Hermione, se removió contracturada por estar de cara al suelo, y no pudo evitar quejarse mientras que levantaba la cabeza, adormecida.
—Te he traído comida—dijo Silvia aproximándose, sosteniendo un plato con una mano y con la otra una gruesa vela blanca.
La castaña se incorporó, sostuvo la tela que había debajo de ella para tapar su desnudez y cuando la tenue luz de la llama se acercó lo suficiente entrecerró los ojos, encandilada. Ya se había acostumbrado a la oscuridad del calabozo. Y no le daba vergüenza pensarlo, porque si alguien con misericordia le diera la posibilidad de elegir, por supuesto que encantada haría de aquel sitio su lugar permanente....pero eso sólo era una ilusión estúpida. Sabía que su presencia se dividiría en dos sitios, por las noches con sus amas y de día en ese lugar sin luz, aguardando a ser nuevamente convocada.
Obligó a su cuerpo a responder y se enderezó, muerta de frío.
—Gracias—dijo extendiendo su mano para sostener el plato hondo con un espeso ensopado de verduras, recién hecho y humeante—. Había dos chicas aquí, ¿o lo imaginé?—se animó a preguntar a la vez que se sentaba en el húmedo piso de piedra y colocaba el cuenco entre sus piernas.
—No, no lo has imaginado. Ellas han sido solicitadas por eso no están aquí en este momento—dijo Silvia sin dar demasiada información.
—Ah...—formuló, preguntándose en silencio si esas chicas también corrían el mismo destino que ella.
—Come, no queda mucho tiempo—avisó, sacándola de su letargo—. Debo llevarte en diez minutos—dijo, entregándole una cuchara que había escondido previamente.
—¿Ya es la hora?—preguntó, resignada y tomando el utensilio.
En esa oscura celda de la Mansión Malfoy era imposible saber si era de noche o de día.
—Así es—contestó con voz plana.
La castaña, observó su plato de comida por unos segundos y suspiró, lentamente.
—¿Cómo te encuentras?—quiso saber Silvia, después de haber pasado su primera noche con Bellatrix.
—Viva—contestó sin mirarla.
La esclava, asintió.
Hermione, se concentró en comer lo ofrecido. No tenía mucho tiempo, por lo tanto, mientras que Silvia se sentaba en el borde de la improvisada cama de Milena, esperándola a que terminara, reunió las fuerzas para terminar hasta la última verdura del cuenco.
Si quería sobrevivir un día más, tendría que alimentarse.
Cuando terminó, sintió el estomago a reventar. Tal vez ahora que lo pensaba, no había hecho bien en obligar a su pequeño estomago a saciarse de más.
—Ponte esto—dijo Silvia, extendiendo una bata color negro que había llevado sobre su hombro sin que Hermione lo notara siquiera, hasta el momento.
Era muy diferente a lo que había utilizado para ir a la habitación de Bellatrix.
Hermione se incorporó y se la colocó de inmediato. El frío en el calabozo era intenso. La tela rozó su espalda y mordiéndose con fuerza el labio, soportó hasta que el dolor y la quemazón amainaran. Ató los dos extremos alrededor de su cintura y el frío fue cesando.
Estaba aterrada, no había por qué negarlo. La noche anterior había sido dura, pero había sobrevivido, y razonando con quién la había pasado su paso por esa habitación había sido bastante leve si tenía que ser sincera. Pero ahora, observando la tela que llevaba puesta, que de seguro, se trataba de la más fina seda, algo en su interior le dijo que Narcissa Malfoy iba a ser su peor pesadilla. Lo sabía, lo presentía.... se lo decía hasta el aroma que desprendía la prenda que llevaba puesta.
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Esclava Corazón en cautiverio
RomanceBueno no mucha. Recomiendo ingresar a la historia si quieres saber de qué trata. Si el contenido no es de tu agrado, por favor abstenerse de leer.