Un mes después.
—¿Qué papeles serían?—preguntó Narcissa abriendo la puerta del estudio.
—La verdad que no sé. Solo me ha especificado que se trata de una carpeta azul con relieve—explicó Luca, detrás de ella.
—Será esta—concluyó, sacando un folio del primer cajón del escritorio y entregándoselo al nuevo mensajero de su hermana—. ¿Por qué no ha venido ella en persona?
—Tampoco lo sé—negó tomando la carpeta, con un asentimiento—. Pero le expresaré su preocupación—agregó correctamente, dejando que saliera primero.
Las llamas de la estufa principal crepitaron, anunciando una comunicación. Narcissa se giró para mirar a Luca y con un gesto, se disculpó.
—Enseguida regreso—avisó—. Si quiere puede pedirle a mi esclava algo para beber o quizá comer. Por ese pasillo se encuentra la puerta de la cocina—señaló, dándose la vuelta para ir a la sala.
Luca suspiró y girando en redondo, caminó hasta llegar a el umbral que separaba la cocina...el viaje le había dado sed, no era mala idea pedir un vaso de jugo.
No había visto a nadie a excepción de Narcissa. La mansión estaba en plena calma.
Cruzó la puerta y en el fondo de la inmensa cocina, una muchacha desgarbada y con un pañuelo cubriéndole el cabello, se sobresaltó a penas lo escuchó ingresar.
Silvia dio un respingo. Lo observó detenidamente, y quedó pensativa un par de segundos...yo lo conozco, es el hombre que llegó con ama Bellatrix el día que aparecieron en la sala, se dijo, suspirando nerviosa. Todos sus sentidos se habían puesto en alerta....era ahora o nunca.
Luca guardó silencio, mirándola con cautela, ¿por qué se había quedado inmóvil?
—Se...señor—susurró observando en todas direcciones, antes de animarse a acortar las distancias.
Luca entrecerró los ojos y ladeando la cabeza interrogante, cubrió la puerta de la cocina con su cuerpo. Era claro que la esclava algo quería decirle. Le temblaba todo el cuerpo. Tenía el semblante pálido y agotado, parecía que no había dormido en días. ¿Qué estaba ocurriendo?
Silvia se cercioró una vez más que su ama Narcissa seguía en la sala principal y metiendo la mano en su delantal, sacó un pequeño trozo de pergamino doblado para extendérselo rápidamente. Lo había preparado hacía días, con la esperanza de que su ama volviera por alguna diligencia. Y ahora su oportunidad de hacerle llegar su mensaje se había presentado en la cocina, cortándole el aliento...si la descubrían estaba jodida, lo sabía perfectamente.
—Para ama Bellatrix—explicó murmurando y casi sin despegar los labios—. Por favor—agregó suplicante, con voz entre cortada.
—¿La razón?—interrogó con curiosidad—. Y por cierto, ¿dónde está tu compañera...la otra esclava?—preguntó sin más. El segundo encargo de su jefa era sin dudas el número uno, aunque no lo reconociera y enredara las cosas como siempre solía hacerlo.
—Esa es la razón, señor—dijo inclinando la cabeza para ocultar el terror de sus ojos.
—¿Qué está sucediendo?—inquirió frunciendo el ceño. Algo no iba bien. La chica estaba aterrada, ¿por qué estaba en ese estado?
—Hace dos semanas que no la veo, señor.
—Pero está aquí, ¿en la mansión?—preguntó confundido.
¿Narcissa la habría devuelto a Azkabán? Si la había matado, seguramente Bellatrix incendiaría la mansión en un pestañar, porque por mucho que se esforzara por mantenerse al margen...ahí se encontraba él, buscando unas carpetas con documentación totalmente innecesaria, solo para que su jefa se cerciorara a la distancia y por vía de un tercero que todo marchaba sobre ruedas en su ausencia.
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Esclava Corazón en cautiverio
RomanceBueno no mucha. Recomiendo ingresar a la historia si quieres saber de qué trata. Si el contenido no es de tu agrado, por favor abstenerse de leer.