—No sé si eres estúpida o demasiado buena—dijo Luca tosiendo dolorosamente.
—Un poco de ambas, lo más probable—sonrió apenas, sin dejar su tarea.
—¿Cómo está?—quiso saber, logrando sentarse en la cama para mirar a su compañera tendida e inconsciente, al otro lado de la sala.
Una semana completa había transcurrido, y era la primera vez que Luca podía mantener una conversación sin desmayarse por el dolor. Era un gran alivio verlo sentarse en la cama y respirar casi con normalidad.
—No muy bien—reconoció, torciendo los labios, quitando parte del improvisado vendaje que cubría el brazo de Bellatrix. La herida demoraría en sanar, pero lo más preocupante era el fuerte golpe en la cabeza, tenía un gran hematoma abultado en el lado izquierdo, sobre su oreja. Su inconsciencia se había mantenido desde que habían llegado a la cabaña y había hecho lo humanamente posible para que su condición no se agudizara, pero aun así, no había despertado.
—¿Por qué haces esto?—preguntó con verdadera confusión—. ¿Te das cuenta que podría matarte solo por tu condición de esclava?
—Sé que no lo harás—contradijo, sin mirarlo.
—Puede que tengas razón, ¿pero por qué te has arriesgado?—insistió, observando la dedicación que ejercía al cuidado de su jefa.
—No podía permitir que los mataran.
—Ya veo, una esclava moralista—medio sonrió, saltando levemente por una inesperada punzada en el costado de su vientre—. Daré el aviso y saldremos de aquí—ya se sentía en condiciones de hacerlo. Se irguió lo mejor posible y se remangó la tela de su camisa para dejar al descubierto la marca tenebrosa.
—Es inútil, ya lo he intentado con en el brazo de mi ama, pero pruebe usted, capaz funciona—animó, levantándose para alcanzarle sus pertenencias que descansaban sobre la cómoda
—Gracias—asintió el hombre con gesto de desconcierto, tomando sus cosas.
—De nada—contestó, volviendo a sentarse al costado de Bellatrix.
—¿A dónde demonios nos has traído?—preguntó después de unos minutos. La serpiente en su brazo parecía desconectada, lo había intentado unas veinte veces y sin resultado.
—En realidad no estoy muy segura, y no he querido preguntar demasiado para no levantar sospechas—contestó.
—¿Hay más gente aquí, a parte de nosotros?—inquirió alerta.
—A un kilometro de distancia hay un pequeño pueblo. He ido un par de veces a buscar suministros, aunque la primera vez se me ha complicado un poco, ya que no poseía nada para intercambiar por comida y estas vendas que ves aquí—dijo señalando la pequeña mesa, a su costado.
—¿Y cómo has hecho?—quiso saber con divertida curiosidad. No todos los días se veía a un esclavo tan dedicado y fiel. Era un verdadero hallazgo y ahora comprendía porque su jefa pretendía volver por ella...la mocosa era valiosa, sí que lo era.
—Bueno, en una de las cómodas encontré unas baratijas de cerámica, unos cubiertos que parecían antiguos y la capa de mi ama—enumeró, terminando con la limpieza de la herida y disponiéndose a cubrirla nuevamente.
—No le gustará cuando se entere—rió, sosteniéndose las costillas.
—De seguro que no—asintió de acuerdo.
—Has usado su varita y no te ha rebotado—musitó más para sí.
—Sí, eso creo—asintió.
—A pesar de ser mestiza, es evidente que posees habilidades. No cualquiera, para decir, absolutamente nadie se atrevería a usar su varita.
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Esclava Corazón en cautiverio
DragosteBueno no mucha. Recomiendo ingresar a la historia si quieres saber de qué trata. Si el contenido no es de tu agrado, por favor abstenerse de leer.