Aprendiendo a Amar...Juntas

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Cuatro meses y medio después.

—Me odiará—se rió Rina, nerviosa.

—Por supuesto que lo hará. Te detestará a penas te vea—concordó Hermione, mirándola tentada.

—Será interesante—alzó una ceja, pensando en diversos y posibles escenarios.

—Ya lo creo—asintió.

Pensar en positivo la ayudaba a serenarse. Volvería al pueblo con Bellatrix, no podía ser de otra manera. Primero tenía que ir por ella, y luego solucionaría el ataque que le daría cuando conociera a Rina. Su amiga era increíblemente hermosa y su ama se desquiciaría...era un hecho.

El camino húmedo y pegajoso, emparejaba el cielo nocturno cubierto por densas nubes. No se podía apreciar ni una sola estrella. El bosque estaba silencioso y oscuro, pero no suponía problemas. Ambas mujeres sabían el trayecto de memoria.

Avanzaron en silencio por varios minutos, antes de llegar al límite.

—Bien...aquí estamos—murmuró Hermione, frenándose al costado de un enorme árbol. El mismo que significaba el final del trayecto.

—Ni se te ocurra morirte, ¿lo entiendes?—advirtió Rina, abrazándola sorpresivamente, estrujándola y aprisionándola contra su pecho—. Estaré en el camino, esperándote—le recordó, besando su mejilla y aflojando el agarre.

Había llegado el día y no podía negarlo...estaba ansiosa y preocupada.

—Gracias, Rina—sonrió, sintiendo como la adrenalina comenzaba a embargarle el cuerpo.

Jamás lo hubiera logrado sin su ayuda y dedicación. Habían sido unos meses durísimos, pero por fin se sentía lista y confiada, y todo era gracias a ella. Era una amiga genial y le debía todo.

—¿Segura que no quieres un saco o un buzo grande?—preguntó una vez más, un poco dudosa—. Hace un frío del demonio—expresó, sacudiéndose por un escalofrío repentino.

—¿Y donde los llevaría?—rió, alzando las cejas.

La conversión rasgaría cualquier prenda que llevara, pero eso, Rina ya lo sabía.

—Sí, lo sé. Estoy preguntando pavadas—negó, regañándose—. Estoy nerviosa, no me hagas caso—descartó, agitando una de sus manos.

—Estaré bien—tranquilizó—. Ya encontraré algo para cubrirme cuando llegue—dijo, confiada.

Ir en completa desnudez era el menor de sus problemas.

—Haz despliegue, querida—animó, colocándole un mechón de cabello detrás de su oreja. Estaba lista. Su aprendizaje había sido asombroso, y estaba orgullosa—. Y recuerda, mantente enfocada—le volvió a repetir. Era fundamental que no perdiera la compostura.

—Lo haré—aseguró, suspirando profundo para tranquilizar sus nervios.

¡Merlín!, musitó Hermione, silenciosamente. ¿Cómo lo había soportado? Los cinco meses más largos de su vida. Esa noche la volvería a ver y si tenía que arrasar con una horda completa de mortífagos para llegar hasta ella, lucharía con todas sus habilidades. Lo haría...había llegado el momento. Iría por Bellatrix. Nada la detendría.

Colocándose en posición, al costado del camino, sostuvo con fuerza la varita entre sus dedos. Se quitó la manta que la cubría y se la entregó a Rina.

—Lo harás estupendo—animó su amiga con una esplendida sonrisa.

—Llegaré antes de que amanezca, lo prometo—dijo bajito, cerrando los ojos y desapareciendo en el acto, dejando el espacio vacío.

Esclava Corazón en cautiverio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora