Lo abracé cuando se detuvo junto a mi.
-Eres el mejor, Thomas -susurré en su pecho.
-Te lo mereces. Anda, disfrútala -dijo separándose de mi, me lanzó las llaves.
-No puedo creerlo -dije encendiendo el motor de la motocicleta.
-¿Lista para dar uno de esos paseos de los que siempre hablabas? -susurró en mi oído antes de enredar sus brazos en mi cintura. Pisé el acelerador.