Solté un quejido cuando la luz del sol me golpeó el rostro.
-¿No piensas levantarte? -preguntó, haciéndome levantarme rápidamente.
-¡Thomas! -grité cuando lo vi, enredé mis brazos alrededor de su cuello.
-Hola, Jane -dijo, correspondiendo a mi abrazo.
-¿Por qué no me dijiste que vendrías? Se supone que llegabas mañana.
-Era una sorpresa -me sonrió.
-¿Trajiste los donuts?