"En memoria de Cara Miller. Amada hija y hermana."
Me senté junto a la lápida, acariciando su superficie.
-¿Por qué lo hiciste, Cara? -susurré y sentí las lágrimas picando en mis ojos. -¿Por qué no simplemente me dijiste que estabas mal? ¿Por qué no pediste ayuda? -dije, ya me encontraba llorando desconsoladamente cuando sentí sus brazos rodeándome.
-Jane, está bien. Vámonos -murmuró en mi cabello.
-¡No! -grité. -¡No está bien! Ya no está, ya no está -dije, con la voz entrecortada.
Lo intentó una vez, debí haber sabido que lo intentaría de nuevo. Debí haber sabido que, tal vez, no fue un ataque de pánico.