Me cubrí la boca con ambas manos cuando lo vi.
-No grites, hay una explicación -dijo.
-¿Pero qué demonios te ocurrió? -grité, observándolo. Su ojo estaba morado, tenía el labio hinchado y una cortada atravesaba su ceja.
-Tuve una pequeña discusión -soltó una risa nerviosa, seguida por un gemido de dolor.
-Santo cielo, Thomas. ¿Qué pasa contigo? -sacudí mi cabeza y fui por el botiquín de primeros auxilios.
-Aún no te digo cual fue el motivo de la pelea -susurró cuando le pasé el algodón por la ceja.
-No quiero saberlo. Sólo me interesa que estés bien -dije, intentando curar sus heridas.
-Él dijo que tú eras fea.