ch. 02

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𝐉en la hizo retrasarse

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𝐉en la hizo retrasarse.

Los pasillos vacíos, friolentos y de escasos oídos y miradas, fue en el momento en que su criada acudió a arreglarle el vestido.

Val tocó la tela, ignorando la sensación en la zona de su pecho y de Jen alisándole la cabellera pardo-ondulado, tratando de verse más presentable a la zona de muchos lores. La textura era gruesa que parecía olas chocar con sus dedos. El bordado tenía detalles azulados como el mar. En sus vestuarios sólo se encontraba a la vista los colores de su casa, representando el bravo mar y las ardientes llamas. Val, al igual que sus hermanos, llevaba encima los colores de la casa Velaryon, algo que Jen mostró preocupación en caso de quemaduras o rastros de garras filosas serían captables fácilmente.

La nariz se le arrugó al percibir la brisa, estremeció su cuerpo cuando llegó a campo abierto. Jen la acompañaba, no podía estar sin la vista de algún guardia o criada encima. Era poco decir que era importante dentro del reino.

Jace y Luke se habían adelantado, por supuesto, era lo usual cuando se trataba de Pozo Dragón y lo que contenía. Los hombres eran seres brutos que no pensaban, seguía manteniendo aquel pensamiento. Por otro lado, aunque le doliera ser olvidaba por su misma sangre, Val comprendía qué era parte de sus rutinas ir con esas criaturas.

Jen no paraba de decirle que tuviera cuidado de no ser lastimada, y no se refería a los dragones.

No tardó demasiado en que la respiración de Val se transformara en jadeos al llegar a la gran cúpula. Hacía oídos sordos al respecto, pero se rumoreaba de su poca estabilidad a los movimientos acelerados y bruscos, objeto de burlas de ciertos lores inclinados al partido de la reina Alicent, también más por su tío Aegon, hijo mayor de ésta, por la creencia de poseer un dragón era un desperdicio en ella.

Odiaba los conflictos, más los sin sentido, debía mantenerse serena ante ellos. Recordaba a su señora madre repetirle esas palabras, comportándose honrosamente ante cualquier instante y presencia.

Las puertas de bronce se abrieron al paso, los guardias a los costados reconocieron la presencia de su pequeña señora y reverenciaron. Val pasó de largo y la tenue oscuridad la tragó. Antorchas en las paredes embriagan una sensación cálida y misteriosa por toda la oscuridad del estadio. El ventanal de la cima no ofrecía demasiada luz para apreciar adecuadamente el campo, casi inútil de que estuviera.

Val de nuevo tuvo una sensación de escalofrío. El que sus hermanos no estuvieran con ella para hacerla sentir confortable no era lo más preocupante, sino que no se sintiera demasiado familiarizada luego de arrimar.

Había estado en Pozo Dragón algunas veces, pocas para recordar cada rincón y lo qué se suponía qué debería hacer en aquel sitio. Zeirox no era muy amigable con extraños, no dejaba que los Guardianes lo tocasen por más que hablaran en alto valyrio. Cuando Val decidía visitarlo, no era nada más para hacerle compañía, ser su jinete le parecía un acto del que nunca podría soltarse. Una vez que lo hiciera, temía no pisar el suelo.

𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 ──── hotdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora