ch. 10

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𝐍o era la primera vez que asistía a banquetes, si hacía caso a su tiempo, era más de seis veces

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𝐍o era la primera vez que asistía a banquetes, si hacía caso a su tiempo, era más de seis veces. pero solía ignorarlos por el ruido de las voces del alrededor. Lores y damas del reino asistieron en sus mejores telas y joyas relucientes, brindaban alegría y susurraban palabras de boca en boca para generar más bulliceo. El rey había dejado sola a su reina en cuanto llegaron los invitados.

Val saludó cordialmente a su abuelo que no la dejó ir antes de presentarse ante los demás lores y esposas. Chispeó palabras de orgullo y señaló sus rasgos, repitiendo lo parecida que era con Alyssa Targaryen, su señora madre. Ninguno lo negó, pero tampoco ofrecieron palabras reciprocas. Se despidieron de la joven princesa que pasó de lord en lord ofreciendo saludos y saludando a los hijos de estos.

«Seguramente serán grandes amigos en el futuro» solían decir los lores, otros con mayores intenciones que el anterior, pero Val sabía muy bien qué contestar. Su madre le había enseñado que no debía hacer compromisos fijos, pero sí asegurar un aliado. Respondió de tal manera que dejó a los altos lores con una sonrisa de haberse ganado un sitio en la corte y siguió su rumbo en la sala esplendorosa llena de joyas y brillantes decoraciones, el aroma a los mejores postres como los tragos más frescos...

«¿Dónde estás, en dónde?» se preguntaba. Detestaba los rumores, falsedades que iban de boca en boca para empeorar el original; sin embargo, en aquella ocasión, dentro de miles de pares de ojos, era posible que creyera en uno: un miembro de la casa Vesperon, del reino de Eclíptica se encontraba presente para atestiguar a su apoyo a la casa Targaryen.

Historias de ellos, miles que no sabía si eran verídicas. Eran demasiado increíbles para ser verdad, así que, sí un día lograba conocer a uno, le dijo a su madre, le haría millones de preguntas al respecto. ¿Qué sentirían al estar en los textos, en textos escasos por su incesante demanda?

Solamente se encontraba en el banquete por aquella razón, por lo que ver a su tío Aemond caminando hacia ella no le ocasionó el mismo impacto que las anteriores ocasiones. Su cabello platinado lucía brillante y atado, vestía un traje de seda verde como vestido de la reina en la cima en su solitario asiento y su mirada tomó un tanto de coraje que fue el primero en hablar.

Antes que todo, rompió el silencio con una débil tos.

—Pensé que no te gustaban este tipo de cosas.

No se equivocaba.

—Madre dice que debo salir más a menudo —Val no lo veía a los ojos, se encontraba concentrada mirando alrededor—. Qué tal vez así mi cuerpo mejore...

Perdió el equilibrio por un instante al distraerse con el aspecto de un lord. Aemond la sostuvo del brazo torpemente y la atrapó exitosamente.

—¿E-Estás bien?

Val le agradeció no muy interesada.

—¿A quién buscas? —Aemond preguntó, con la voz un tanto irritada.

Fue cuando comprendió que estaba siendo grosera y lo lamentó.

—Oí que un príncipe de Eclíptica vendría —contestó sin ocultar la emoción, un sentimiento que su tío parecía no compartir—. Madre dijo que habría un chico de la edad de Jace y mía. ¿No es interesante?

Para Aemond no lo era. Su valiente actitud se tornó agravada con el pasar del tiempo con el que Val le decía las preguntas que tenía pensado hacer.

—Ah, sí... —contestaba, y bebía de su jugo de damasco—. Muy interesante...

Localizó el cuerpo de su madre trazando conversación con su abuelo, el rey, y parecían mirar a Val y a Aemond con una combinación de emociones que iban de la incomodidad a la esperanza.

La música del banquete trascendió de modo que los pies y manos relucieron en movimiento. Val procuró no acercarse a la pista de baila, no quería ser tragada por el fuego vivo de las pasiones, prefería ser una espectadora más; sin embargo, su cuerpo volvió a tener aquel cosquilleo punzante de clavos oxidados.

Ofreció su mano a la de su tío, se sentía más segura teniendo contacto con él.

Aemond lo tomó como una invitación a bailar.

El paso de sus torpes pies fue a las orillas de los adultos que le dieron lugar a ser llevados al centro, torpemente siguiéndole el paso a su tío. Al principio se negó, sabiendo que sería objeto de burlas de Jace y Luke, ambos lo serían, veían con una sonrisa a su hermana ser jaloneada de izquierda a derecha sin tener idea de cómo liderar un baile.

—Está bien —dijo Aemond, mirando directamente a los ojos impares de su sobrina, seguro de sí mismo—. Madre me ha enseñado muy bien el arte de danzar con una dama. Sé que hacer... confía en mí.

Otras veces, era ella quien tomaba la iniciativa. El que Aemond lo hiciera tan a la deriva... le sorprendió que no tuvo palabras para protestar.

Se movía elegantemente, como un dragón alzar sus alas para juntarla con las de ella. Val no era una experta en la danza, sus pies se enredaban antes de dar un paso, era la única clase en que su porte de princesa no era excelente ni mostraba agracia absoluta. Tener a su tío, tan comprensible y atento, le facilitó aquel cosquilleo doloroso que se desapareció al convertirlo en uno adormecedor.

Sus pies perdieron timidez y cobraron el mismo coraje que con quien se encontraba bailando.

Sonrió al darse la vuelta y estiró los brazos, retrocedió un paso y se encontró con la espalda de Aemond, ambos danzando antes los ojos de los lores que apoyaban a los Targaryen y, entre ellos, escondido en la multitud, divisó un par resplandeciente que se camuflaba con las joyas de rubíes. Le entregó una sonrisa y, antes de que Val comprendiera a quién se encontraba viendo, los libros los describían tal cual, volvió a perderse tras los movimientos del baile.

La emoción de entablar conversación con los Vesperon se había ofuscado por Aemond, quien le había dado el mejores de sus alivios y fácilmente le respondió una de sus mayores incongruencias de su propio cuerpo.

𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 ──── hotdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora