𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 | ' el amor más acalorado, tiene el fin más frío '
‾‾‾‾‾‾‾‾‾‾« en donde Valaena Velaryon
quedó marcada en la historia
como 'la del corazón roto' por
anhelar a su amor
que nunca retornó » ‾‾‾‾‾‾‾‾‾‾
▹ house of the dragon fa...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐕al sentía los pensamientos golpeándole la cabeza, provocándole una jaqueca insoportable. No podía soportar el llanto que se escapaba de sus ojos; demasiadas miradas ya estaban posadas sobre ella, juzgándola por ser demasiado emocional y sensible ante los aspectos de la realeza. ¿Podían culparla? Acababa de recibir la noticia de que Laena Velaryon, hermana de su padre y por lo tanto su tía, había fallecido. Aún no tenía claro bajo qué circunstancias, pero no le importaba; ver a su padre destrozado le partía el corazón.
Prefería enfocarse en el sonido del agua golpear la arena que en el fuego dando señal para enviar el ataúd de Laena Velaryn junto donde pertenecía; el mar. La voz de Vaemond Velaryon a cargo de la ceremonia hablaba en Alto Valyrio, una lengua que Val aún no era experta en todo, pero reconoció el nombre de su casa ser mencionada.
Su madre tenía a Jace y a ella bajo los brazos con Luke en el centro. Val, como sus hermanos vestían de negro debido a la ocasión con alusiones azul como el mar dando honor a la casa Velaryon.
Un movimiento de mano hizo que Val se girara. Su padre se mantenía inquieto, moviéndolas mientras el hombre de cabello blanco seguía hablando en aquella lengua antigua. Aunque no comprendía del todo el significado, creyó que lo más prudente era tomar la mano de su padre para que supiera que no estaba solo en su sufrimiento. Le sonrió, recibiendo una mirada que interpretó como un agradecimiento.
No eran los únicos presentes en Marea Alta, el castillo independiente de Corlys Velaryon, Él junto a su esposa, Rhaenys Targaryen, estaban de luto por la muerte de su hija mayor. Esta pareja, que siempre imponía poder, ese día se veía abatida. La corte real acompañaba al rey Viserys, la reina y sus hijos. Aegon mantenía una expresión de cansancio y aburrimiento, Helaena estaba inmersa en sus pensamientos y Aemond le mandaba sonrisas incómodas en la lengua que compartían.
Val sonrió ante el gesto. Apenas lo hizo, un sonido de risa se escuchó. Se espantó, creyendo que ella había sido la causante de una falta de respeto en un momento tan solemne.
Todos alzaron la mirada, buscando al responsable. Un hombre de cabello albino y mirada violácea, con los inconfundibles rasgos de Valyria, miraba al resto impune por su acción. Val no lo conocía del todo, solo había oído historias de él y menciones bajo contextos de guerras y barbaridades. Sin embargo, allí estaba Daemon Targaryen, hermano del rey, sonriendo divertido en el funeral de su esposa fallecida.
El acto permitió que el ataúd con el rostro de Laena Velaryon estuviera más cerca de caer al mar. Vaemond Velaryon dijo unas palabras que Val creyó poder comprender. Finalmente, el ataúd de Laena Velaryon cayó al mar, hundiéndose en las profundidades de lo desconocido.
«Del océano venimos, al océano regresamos».
El silencio respetuoso reinó durante unos instantes. Los presentes observaban cómo las olas reclamaban a su tía Laena, llevándose con ellas el cuerpo y el alma de la valiente mujer que había sido. La marea, imperturbable, seguía su curso, ajena al dolor humano.
Val siguió a su madre en dirección hacia arriba, donde los terrenos de Marcaderiva se extendían con techos y piedras. La gente comenzó a llenar los espacios, vistiendo colores que se mezclaban: negro, rojo, azul y verde. Aunque se permitía hablar, el silencio aún persistía entre los afligidos.
El aroma a mar inundaba su nariz y la brisa agitaba su cabello castaño, soltando mechones ondulados que Val intentaba mantener bajo control. En otras ocasiones, su padre los llevaba a Marcaderiva a Jace, Luke y a ella para enseñarles a pescar, contándoles historias sobre pescadores o cantándoles canciones. Sin embargo, en ese momento, observaba con tristeza cómo el cuerpo de su padre parecía querer disolverse junto con la marea salvaje.
Al parecer, nadie se había dado cuenta de su desaparición. Era la única que se mantenían inclinada sobre las piedras observando el estado de Laenor Velaryon. Si algo debieran tener en común su padre y ella, era que solían ser ignorados por las personas.
—¿Qué haces aquí tan escondida? —unas manos tomaron de sus hombros gentilmente que pertenecían a su madre—. ¿Por qué no vas a consolar a tus primas? Acaban de perder a su madre.
Val buscó con la mirada a las chicas. Rhaena y Baela, con sus cabellos platinado, estaban juntas sentadas, vestidas de negro con la mirada violeta perdida y, por la posición de sus cuerpos, cansadas por la situación. El padre de ambas no estaba a la vista.
Regresó a los ojos de su madre, hermosos como dos joyas, y declinó la propuesta.
—No son las únicas que han perdido a alguien —dijo cabizbaja para que únicamente la mujer la oyera.
—Val —advirtió su madre.
Ella no quiso ver la mirada de la mujer, temía ofenderla, pero no podía quedarse sin decir nada.
—Deberíamos estar de luto por lord Lyonel y ser Harwin, madre. En Harrenhal.
La muerte de su tía no había sido la única mala noticia que habían recibido sus hermanos y ella. Val se limpió el rostro al mencionar el nombre del hombre que solía ser su guardia real. Algo que su madre tomó a mal. Le hizo mantener los brazos quietos, asegurándose de que nadie las viera.
—No sería apropiado —dijo su madre, agachándose a su altura y tomándola del hombro para que entendiera—. Los Velaryon son familia, los Strong no.
Val mantuvo la mirada baja, llena de emociones complicadas.
—Mírame —insistió la mujer, mientras su hija luchaba con miles de pensamientos—. ¿Lo entiendes?
Aunque tenía mucho que decir, Val sabía que no era el momento ni el lugar adecuado para expresar todo lo que pensaba. Asintió, aunque su corazón seguía afligido.
Quería decir que no era nada justo lo que sucedía. Ser Harwin, pese a lo que se rumoreaba sobre él y la legitimidad de los hijos de la princesa Rhaenyra, Val, como su hija, no entendía como su madre no hacía recuerdos de cómo el hombre siempre se había mantenido a su lado y protegido su espalda. Él los cuidaba, enseñaba y guiaba entre los fríos pasillos de la fortaleza... ¿Acaso su madre se le había olvidado todo eso sólo para mantener las apariencias?
