Capítulo XIV

41 3 0
                                    

Creían ser felices, y tal vez lo eran,

hasta que uno de los dos decía una palabra de más,

o daba un paso de menos,

y la noche se pudría en un pleito de vándalos

que desmoralizaba los mastines.

Gabriel García Márquez


Capítulo XIV

-¿Ya puede decirnos qué es lo que le pasa a Kate? -le pregunta Chris a la doctora en cuanto ésta entra en la habitación acompañada por una enfermera, la última sólo revisa la jeringa en mi muñeca, hace un par de anotaciones en un papel y sale casi al momento.

Me encuentro acostada en una cama de hospital con una intravenosa de suero conectada a la muñeca. Por una parte estoy mejor, el terrible dolor que me atacó hace horas bajó de intensidad hasta casi desaparecer por completo, pero aún me siento mareada y sobre todo muy cansada.

Después de colgar el teléfono y pedirle a Chris que fuera por mí, a mitad del camino hacia el dormitorio de chicas, un terrible dolor me aguijoneó la cabeza, incluso peor que el anterior. No sé en qué momento perdí el conocimiento, pero cuando desperté estaba aquí. Acostada en una pequeña e incómoda cama, únicamente cubierta por una fina bata de hospital y con Christopher apretando fuertemente mi mano libre.

-Es difícil dar un diagnóstico en este momento, aún no hemos hecho los estudios necesarios para ello -dice la doctora con una cara seria y preocupada-. ¿Te sientes un poco mejor, Kate?

-Pero alguna idea tendrán de lo que puede ser, ¿no? -interrumpe Chris, sin dejarme responder, con su voz ávida de información-. No pueden dejarnos sólo así, con todas las dudas y sin respuestas.

-Bien, la cuestión aquí es, jovencito, que no sabemos nada a ciencia cierta -responde nuevamente y con paciencia-. Los síntomas que presenta Kate son bastante extraños y no parecen tener un origen detectable o lógico. Si me atreviera a hacer un diagnóstico de la nada, esto podría apuntar a un caso de hemofilia.

-Pero, ¿no se supone que las personas nacen con esa enfermedad? Y que yo sepa, Kate no nació con eso.

-Bueno, sí. La mayoría nacen con ella, pero algunas personas la desarrollan en el transcurso de su vida. Y a eso se le llama hemofilia adquirida.

-Esperen, no entiendo nada -digo mareada por su discusión. No sé de qué hablan y me molesta un poco que me dejen de lado, ya tuve suficiente con las personas que omiten mi presencia en la habitación-. En primera, ¿qué es la hemofilia?

-Es una enfermedad que se produce cuando algunas proteínas de tu sangre, que ayudan en el proceso de coagulación, dejan de funcionar. Lo que provoca hemorragias por golpes o heridas que, en otras circunstancias, parecerían insignificantes. Eso podría explicar por qué sangraste tanto y los hematomas de tu cuerpo.

-¿Y tiene cura? -pregunto con voz temblorosa, honestamente, tengo miedo.

-Apenas se están desarrollando algunos tratamientos, pero no. Aún no tiene cura -cuando ve mi cara de consternación, se apresura a agregar-, pero no tienes por qué preocuparte, como ya le dije a tu amigo, parece ser eso sólo a primera vista; sin embargo, aún es necesario hacer los estudios pertinentes antes de aventurarnos a sentenciar qué enfermedad o problema tienes.

La doctora sonríe con cariño, en un intento por aplacar mis temores. Es increíblemente joven y muy bonita, me recuerda un poco a mi mamá cuando yo era una niña y ella solía vivir con mi papá y conmigo, lo que me hace sentir mejor. Protegida. Ojalá estuviera aquí en este momento, la extraño.

Atrapada en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora