Capítulo II.

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Los rayos de Sol comenzaron a iluminar de a poco el rostro pálido de Gerard, quien aún seguía muy cómodo en la acolchada cama. Cuado la luz comenzó a iluminar y traspasar sus párpados, él se quejó en voz baja, y comenzó a abrir los ojos lentamente. "¿Cuándo me quedé dormido?", fue su primer pensamiento. Talló con las yemas de la mano derecha su ojo, y luego alzó la vista para poder ver el reloj que estaba sobre la mesita de noche. Marcaba las ocho en punto. Aún era algo temprano para salir de la cama, además, no tenía razones para hacerlo, no había planes para esa mañana.

Después de dormir otro rato, y quedar saciado de la compañía de la almohada, decidió salir de entre todas las cobijas y sábanas para ponerse de pie. Se sentó en el borde de la cama y pasó ambas manos por su rostro, llevando el cabello que lo cubría hasta atrás. Sacudió la cabeza, alborotando nuevamete todo su cabello, y caminó hacia el baño. Hizo rápidamente sus necesidades y se metió a la ducha luego de haberse despejado de aquellas cómodas prendas de dormir. Tomó un baño un tanto largo y bastante relajado; la tibia lluvia artificial que caía sobre cada centímetro de su piel lo hacía setir mejor. Mucho mejor.

Salió luego de un buen rato de la ducha, cubierto de la cintura para abajo por una toalla color verde limón. Se secó todo el cuerpo y el cabello, y se puso solamente unos calcetines de rayas azules y negras, y un bóxer ajustado color negro.

Caminó hasta su desornenada sala, y miró el reloj que estaba sobre la entrada al departamento, ya eran las diez de la mañana. Hizo una mueca de disgusto, y fue hacia la pequeña cocina. Tomó un plato un poco grande, una cuchara, cereal, y leche. Colocó todo aquello sobre la mesa llena de cómics, y luego se sentó él. Sirvió un poco de cereal y leche, y comenzó a desayunar tranquilamente. Mientras ingería su comida, leía uno de los muchos cómics que ahí estaban, una edición especial de Batman, y, aunque ya la había leído cientos y cientos de veces, nunca le cansaba.

Poco después, su lectura fue interrumpida por una tonada pegajosa que a él le encantaba. Se trataba de su teléfono, que sonaba desde la alcoba. Dejó la historieta a un lado, tomó una cucharada más de leche, y fue rápido a la habitación. Gritó un par de veces "Ya voy", auque sabía perfectamente que nadie respondería o escucharía. Tomó el teléfono, y justo en ese instante dejó de sonar. Rodó los ojos, y luego miró otra vez la pantalla, ya que había sentido una vibración. Era un nuevo mensaje. Lo ignoró y miró de quién era la llamada. Pronto vió que se trataba de Raymond. Estaba a punto de marcar, cuando notó que el mensaje también era de él:

Buenos días, Gerard. Oye, surgió algo en mi trabajo y no podré ir en la tarde al C&C, así que... Te veo ahí en media hora. ¿De acuerdo? Por cierto, no vayas vestido como de costumbre, con tus trajes de abuelito y zapatos caros que te dio tu madre, ve como gente normal y lleva unos jeans o algo así, es día de informalidades y cosas nuevas, Way.
Ray

Sonrió de medio lado al terminar de leer el mensaje. Por supuesto que iría en media hora hacia el lugar acordado. Colocó su teléfono sobre la mesita de noche, y caminó tranquilo hacia el clóset. Sacó un pantalón un poco ajustado color negro, y una camisa de botones blanca, además de una corbata simple y lisa negra, y unos tenis blancos con negro, blanco por la tela, y negro por la suciedad. Se colocó el pantalón de forma rápida. Luego los tenis de igual manera. Demoró un poco con la camisa, gracias a los botones, y al final colocó la corbata, dejándola un poco floja para lucir no muy formal, aunque lucía así, ya que no se había fajado.

Tomó su teléfono y billetera, los metió en los bolsillos del pantalón, y salió rumbo a la cafetería. No tardó más de quince minutos en llegar. Apenas habían pasado veinte desde que su amigo mandó el mensaje, por lo que sería el primero en llegar, o eso creía. Al entrar al "Coffee & Cookies", en una de las primeras mesas de aquella acojedora cafetería, divisó rápidamente un muy cuidado afro, enorme e inconfundible. Sonrió y caminó hasta aquella mesa.

Trastorno de Identidad [TID]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora