24 ⧽ Te quiero.

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°°°『🍒』

Hyeju tuvo que quitarse el disfraz. Ahora estábamos ambas en la oficina de la directora sentadas frente a su escritorio.

—Espero que reflexionen sobre lo que hicieron. Mientras tanto, llamaré a sus padres.

—¿A caso demostrar afecto es causa de sanción?

—¡No replique señorita Son!

Caminó enojada hacia la salida y cerró la puerta de un solo golpe, dejándonos solas en aquella pequeña habitación. Personalmente pienso que esta es la exageración del siglo.

—Que ridícula. —Hyeju bufó con molestia— Además mis padres no-

—Shh. —la interrumpí— No es necesario que lo recuerdes. Además, ¡mira el lado bueno! estamos solas...

—Y eres mi novia. —sonrió como infante. ¡Es muy linda!

—Y tu la mía.

—Pero te castigaron por mi culpa.

—No importa cuántas veces me castiguen si puedo estar a tu lado.

Ella se estremeció en su silla, pude notarlo. Yo reí y cubrí mis mejillas con las manos.

—¿Sabes qué? ven.

—A-Aguarda. —me sorprendí cuando repentinamente agarró mi muñeca y me levantó del asiento— ¿Qué haces?

—No pienso quedarme aquí. Recuerda que aún soy una chica mala.

—¿Te vas?

—Nos vamos. —sonrió, enfatizando la palabra 'nos'.

Ella tomó mi mano y corrimos hacia la puerta, luego por el pasillo y directo a la salida. Nunca había sentido tanta adrenalina en mi vida, nunca había roto una regla, nunca me había saltado una clase ni mucho menos escapado de la escuela, y sin embargo no podía dejar de sonreír, porque todo se sentía increíblemente bien.

°°°

No tenía absolutamente nada en mente mientras viajaba en el bus con Yerim sin destino alguno. Su mano unida con la mía en mi regazo me hacía sentir esas dichosas mariposas en el estómago de las que tanto había escuchado hablar. Se veía tan bonita mirando por la ventana, observándolo con detenimiento y admiración, disfrutando del momento sin preocuparse por nada más. Eso es algo que realmente envidio y a la vez me gusta mucho de ella.

—La siguiente parada es la nuestra. —susurré en su oído.

Seguramente sorprendida, se giró tan rápido que su cara quedó a escasos centímetros de la mía.
Fácilmente podría inclinarme y besarla, pero entonces me vería obligada a cerrar los ojos y perderme de la hermosa vista de sus mejillas sonrojadas. En su lugar le dí un fugaz beso en una mejilla rosadita y rápidamente me puse de pie para tocar el timbre.

Estamos paradas juntas, en el mismo lugar donde quedamos al bajarnos del bus, mirando hacía una pequeña tienda de conveniencia visiblemente descuidada por la falta de mantenimiento.

—¿Dónde estamos? —pregunta Yerim, con una mueca de confusión en su rostro.

—No tengo la menor idea.

Y es la verdad. Sin embargo, me pareció bonito el caudal de agua que se encuentra del otro lado de la calle. Tomo a Yerim suavemente por los hombros y la giro para que pueda verlo. En definitiva no hay mucha gente alrededor, al parecer este es un sitio algo escondido y poco concurrido, por lo que no hay problema alguno cuando ella cruza corriendo la calle sin necesidad de mirar a los lados.

—Es una corriente del río Cheonggyecheon. —la escucho musitar en cuanto llego por detrás.

Choi Yerim no es sólo bonita y con un corazón tierno, también es muy inteligente. Es la chica perfecta. Me cuesta imaginar que nunca nadie la haya invitado a salir, aunque más sorprendente es el hecho de que en algún momento llegué a pensar que era mejor mantenerla lejos de mí.
Fue tan fuerte y abrumadora la atracción que sentí por ella al conocernos, que siquiera fui capaz de diferenciar mis emociones. Sentía que se me revolvía el estómago cada vez que la veía sonreír, y yo, tan cerrada y en absoluta negación, pensando que me disgustaba.

—Ya regreso. —anuncio volviendo sobre mis pasos.

Me dirijo a la tiendita al otro lado de la calle. Compro todo lo que me alcanza con el dinero que llevo en el bolsillo; dos sandwiches, dos lechitas de fresa y banana, un pastelito de frutas y algunos dulces. La señora mayor que me atiende es muy amable, incluso me regala un chocolate. Le muestro mi gratitud y salgo de la tienda.

Me acerco sigilosamente a Yerim, que sigue donde la dejé, observando el agua moviéndose con calma. Pongo mi chaqueta en el suelo como mantel y empiezo a acomodar los alimentos encima, tratando de hacer que quede lo más presentable posible. Cuando me aseguro de que no puedo hacer nada mejor, la llamo por su nombre. Ella me mira, y yo la miro también. Sigo sintiendo exactamente lo mismo que al principio, cuando nos conocimos, incluso diría que con mayor intensidad cada día. La diferencia es que ahora, no tengo miedo de admitir que estoy totalmente loca por ella.

—No es mucho, pero quiero compensar el haber arruinado tu picnic de aquella vez.

Su enorme sonrisa me hace cosquillas en la panza. Nada nuevo. Nada ha cambiado.

—Es un muy lindo gesto de tu parte. Gracias, Hyeju.

Se sienta frente a mí y procede a pinchar su lechita de banana con el popote para poder beberla. Es adorable.

—No, Yerim. Gracias a tí; por soportarme, entenderme, esperarme, aceptarme y ayudarme. Gracias por creer en mí y en lo nuestro, a pesar de lo difícil que lo hice para ti. Tengo muchísimas cosas por las qué agradecerte, y no sé si tendré el tiempo suficiente para hacerlo.

En cualquier otro momento, todo lo que acabo de decir me habría hecho reír y tener ganas de arrancarme la lengua por la vergüenza. En este momento, lo único que quiero arrancarme son los ojos para que Yerim no vea las lágrimas que estoy derramando.

—¿Por qué lloras? —su sonrisa se desvanece mientras se va acercando más a mi cara, hasta que siento la suavidad de sus manos en mis mejillas, secándolas.

No sé que responder, porque no sé por qué estoy llorando. Soy un completo desastre con este tema de los sentimientos. Sé que eventualmente aprenderé a gestionarlos; hay cambios notorios entre la niña problemática que solía ser y esta especie de cachorro llorón que siente un nudo en la garganta cada vez que recibe una minúscula muestra de afecto, en la que me he convertido.

Yerim sigue esperando por una respuesta, y yo me prometí y le prometí también a ella que voy a expresarle lo que realmente siento. En un rápido movimiento tomé su cara con mis manos y junté nuestros labios en un beso necesitado y descuidado. Debería ser dulce y gentil, como nuestro primer beso, el que ella me dio en la biblioteca, pero ya no puedo conternerme. Tardó unos segundos en acoplarse a mi ritmo acelerado. No he besado a muchas personas en mi vida, pero sé que generalmente el beso se va intensificando, en este caso es todo lo contrario, empezó como un torbellino y ahora apenas son roces suaves, como caricias.

—Porque te quiero. —fue lo primero que atiné a decir ni bien nos separamos.

Jamás me había sentido tan feliz en mi vida como en este preciso momento.

❝Rude Love❞ ; HYERIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora