14 ⧽ La biblioteca.

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La vibración de mi celular me interrumpió el sueño. Estiré débilmente mi brazo por la mesa para alcanzarlo. Era otro mensaje de ese número desconocido. Bufé. Ya me tenía harta. Y aún así sabía como captar mi atención y evitar que lo bloqueara. ¿Quién diablos era?

Lentamente me desperesé y me refregué los ojos con los puños. ¿Cuánto tiempo había dormido?
Miré hacia Yerim, ella también estaba dormida.
Era extraño, pero sentí que había más silencio de lo normal. Miré la hora en mi celular.

—Mierda. —espeté— ¡Yerim, rápido, despierta!

Media atónita ella abrió los ojos preguntándome que estaba pasando.

—¡Son las ocho y once!

—¿Eh?... Hyeju no te entiendo.

—¡La biblioteca cerraba a las ocho!

Silencio.

Gruñí levantándome rápidamente. Corrí por el pasillo hasta la gran puerta de madera. Tomé la manija y comencé a tirar de esta en ambas direcciones. Estaba cerrada.

—¡Estamos encerradas, abran por favor! —di golpes fuertes e insistentes en la madera, pero nadie respondía— Genial... —heché mi cabeza hacia atrás, dejándome caer.

—Olvidé mi celular en casa al salir tan deprisa. ¿Puedes tú llamar a alguien que venga a sacarnos? —habló la castaña. Yo la miré.

—No. La batería acaba de morir.

—Debiste haberlo cargado... —la miré de nuevo, nada amistosa— Solo digo...

No le respondí nada. No tenía ganas de pelear.

—Abren a las ocho de la mañana. Ponte cómoda.

—Pero... ¿tendremos que quedarnos aquí?

—¡Sí, Yerim! ¿Que parte no entiendes de que estamos encerradas?. Yo "debí haber cargado" mi maldito teléfono y tú siquiera tienes el tuyo. —traté de calmarme.

Vi como ponía una mano en su frente con cara de preocupación.
Esta sería una larga noche.

El tiempo pasaba de manera muy lenta, y nosotras no emitíamos ni una sola palabra. Me senté en el suelo contra el escritorio de la recepción mientras veía como Yerim caminaba de un lado a otro murmurando palabras por lo bajo.

—¿Puedes quedarte quieta? no harás que el tiempo pase más rápido.

—L-lo siento. Estoy nerviosa... —se disculpó y acto seguido se sentó de piernas cruzadas enfrente mío.

—Bueno, recién son las nueve pero... ¿no tienes hambre? —pregunté. Los ojos de Choi se abrieron como platos.

Rápidamente se levantó y se fue corriendo por el pasillo. Al poco tiempo volvió con su mochila entre los brazos.

—Lo había olvidado, traje algunos dulces, ten.

Dijo extendiéndome dos bolsitas con gominolas y una cajita de snacks para que eligiera. Tomé una bolsita de ositos, y aunque no expresé mi gratitud vervalmente, espero la haya leído en mis ojos. 'O mejor no...' Desvié la vista a la sección de fantasía.

Un silencio incómodo se hizo presente y lo único que se escuchaba era nuestra masticación y los envoltorios de los dulces.

—Hyeju...

—¿Mhm?

—¿Puedo preguntarte algo?

—Ya lo estás haciendo.

—¿Por qué eres así conmigo?

El último pedacito de galleta que me quedaba por comer se atoró en mi garganta provocando que comience a toser. Yerim se acercó y empezó a darme unas palmadas en la espada hasta que lo expulsé.

❝Rude Love❞ ; HYERIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora