5

163 10 1
                                    

Los días pasaron con normalidad y emoción. Me había juntado un par de veces con Liv y Mark para estudiar juntos o ir a cenar a algún lugar y pasarla de Maravilla.

El lunes nos encontrábamos en una larga e intensa clase de ética cuando el profesor Műller se retiró de la clase, diciendo que debía entregar unos papeles y todos comenzamos a hablar. Una chica de cabello castaño oscuro se acercó a mi.

-Oye, puedes pasarme la actividad 3? No la entiendo en absoluto.- Dijo avergonzada.

-Claro. Sonreí. Parecía ser una persona simpática, cosa que en este mundo era algo complejo de encontrar.

Escribí la respuesta que consideré correcta en un papel y se lo dí.

-Como te llamas?- Su sonrisa se agrandó y susurró en mi oído.

-Amelia, Amelia Walsh.-

...

El día continuó con más y más clases hasta que por fin la hora del almuerzo llegó. Me había levantado más tarde de lo normal y ni siquiera había tenido tiempo de desayunar así que moría de hambre como nunca.

-No entiendo semejante curiosidad. Que le viste de interesante?- Indagó Liv, antes de darle un mordisco a su sandwich. Parecía ser que la presencia se aquella mujer, la directora, me había marcado notablemente. Desde el primer día de clases no la había vuelto a ver y eso no me dejaba en paz.

-No lo sé... era muuuuy inexpresiva, eso está claro, pero su mirada, su postura...
Dios, ni siquiera lo puedo describirlo.- Confesé agotada.
Mi instinto nato de curiosidad lograba desesperarme en cuestión de minutos.

-Te entiendo linda. El misterio hacia una persona es destructivo. Me pasó con mi padre.-

-No lo conociste?- Indagé interesada. Cada vez nos íbamos conociendo aún más con Liv y Mark quien estaba en la biblioteca, en aquel momento.

-Lo ví por primera vez a las dieciséis años, cuando se había endeudado hasta el cuello y de repente, se acordó de que tenía una esposa y una hija.- Expresó rabia y rencor en su mirada y en cierto modo la comprendí.

Luego de que sonara la campana, cada una se fue a su respectiva clase.
Mientras caminaba rápidamente por el pasillo para llegar al baño por "Urgencias femeninas" estaba tan distraída que no logré ver que una figura morada se acercaba a mi.
Para cuando salí de mi letargo al escuchar un quejido, levante la vista y mi acelerado corazón dió un vuelco.

-S-señorita Venable...- Su mirada brillantemente furiosa sobre mis ojos hacia que mis piernas se "gelatinizaran".
-Lo lamento...- Susurré.

-Créame... lo lamentará en serio cuando llegue a retención.- Dijo con frialdad escalofriante.

Posé mi mirada en los papeles y carpetas regados en el piso y la pelirroja no parecía tener intención de levantarlos... vaya dignidad.

-No puede enviarme a retención por esto... no tengo 10 años directora.-

-Se muy bien la edad que tiene, señorita Dupont aunque no hay duda de que no la aparenta.- Cada palabra que decía significaba un latido de más en lo corazón.
No se si latía con esa rapidez por mi enojo o el miedo que esa mujer me causaba.
-La quiero en cinco minutos exactos en mi oficina.- Soltó por último y se retiró a paso firme y apresurado.

Estaba extremadamente confundida y enojada.
El margen de enojo e intolerancia de la directora era tan grandes como la tormenta que veía abesinarse a lo lejos, por la ventana.

...

Camine o mejor dicho corrí por casi la mitad de la institución tratando de buscar la oficina de la agradable señorita Venable, hasta que recordé lo que Alice me había dicho, "Dirección en primer piso".

Al llegar, un escalofrío recorrió toda mi columna.
Las vibras que aquella pelirroja me transmitían eran como gigantes olas de mar golpeándome fuertememte en la cara.

Un segundo antes de tocar la puerta, un suave pero frío "Adelante" se escuchó desde el otro lado y sin darme cuenta, ya había entrado a aquel infierno.

Renacer de la decadenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora