6

160 9 1
                                    

Y si, tenía razón. Ese lugar era el mismísimo infierno.
Frío y oscuro pero elegante y ordenado.

La atroz mirada de la Señorita Venable estaba posada en mi cuerpo tembloroso.
En su mano izquierda había un bolígrafo el cual movía a un veloz ritmo y en la derecha, papeles con quien sabe que Información.

-Siéntense Señorita Dupont.- Mi nombre en sus labios me hacia sentir en un viaje astral.
Lentamente me acerce a la silla frente a ella y me senté sin quitarle los ojos de encima, no quería que esa perra me viera vulnerable.

-Espero que la razón por la cual me tiene aquí sea coherente.- Dije con firmeza pero ver que una sonrisa burlona se formaba en sus labios hizo que mi garganta se secara.

-No la traje aquí solo por su insolencia al contradecir mi orden sino también por un patético error que cometió en la ficha de ingreso.- La ficha de ingreso? Porque Alice no me llamaría para corregir ese mínimo  error en vez de la directora?
-Puso mal su documento... corrijalo de inmediato.- Ordenó para luego darme una ficha de ingreso nueva.

Luego de colocar nuevamente mis datos en el papel y corroborar que todo esté en orden, le entregué el papel a la expectante directora. Odiaba que me mirara tan fija y constantemente.

-Con respecto a su insolencia...-

-No puede castigarme por eso.- La interrumpí. Error, dijo mi mente al instante.

La pelirroja inspiró profundamente y su expresión se volvió más fría de lo que ya era.

-Escuche con atención señorita Dupont... la mayoría de los estudiantes nuevos en el mundo universitario creen que pueden perder el total respeto por las autoridad de sus instituciones y es evidente que forma parte de ese gran y miserable grupo...- Trangué en seco y desvié mi mirada ya que la suya era insostenible.
-Al ser nueva en la institución y venir de otro país... voy a serle compasiva y solo le advertiré para que no se generen malentendidos.- Parecía irreal. Los nervios y el enojo electrizaban cada parte de mi cuerpo. Que significaba semejante debilidad?
-La próxima vez que tenga la osadía de cuestionarme y/o interrumpirme, Créame... aprenderá a cultivar la paciencia y no será divertido... Entendido?- Indagó a lo que yo respondí con un "si" casi inaudible.
-Bien, ahora retírese.- Desvió sus ojos hacia la puerta por un segundo, haciéndome saber que debía salir se allí de inmediato.

Salir de esa habitación se asemejó a la entrada al supuesto edén.
El aire atrapado en mis pulmones salió violentamente y mi mandíbula se aflojó.

-Te envió a retención?- Preguntó una voz que recordaba vagamente.
Mire hacia el lugar de donde venía y resultó ser la chica que me pidió una actividad en clase de ética. Amelia.

-No, por poco.- Respondí aliviada.
-Y tu? Por que estás aquí?- Indagé con mi típica curiosidad.

-Mala contestación a un profesor.- Imitó una voz chillona y casi inentendible.
-Espero que la señorita Bitch me tenga algo de piedad esta vez.- Dijo en un suspiro mirando la puerta del despacho de la directora, el cual estaba a unos cuantos pasos.

-Que sabes de ella?- Pregunté. Era casi nula la información que tenía de Venable y eso aumentaba aún más mi deseo de saber.

-Lo mismo que todos... nada.
La hemos buscado en todas las redes sociales existentes pero nada... ah si. Cuando la buscamos en Google, descubrimos que sus padres eran empresarios y dueños de esta institución. La mitad de la empresa y la mitad de este lugar le pertenecen a la inestable esta.-

-Y la otra mitad?-

-Nadie sabe. Te lo repito Dupin, nadie sabe nada de ella. Si tiene o no familia, donde vive o donde nació... viste que tiene un acento algo extraño.-  Explicó.

-Si me di... espera. Como me llamaste?-

-Dupin. Me gusta. Te molesta?- Preguntó culpable.

-No... para nada.- Le aclaré con una sonrisa.

Luego de que las clases terminaran, decidí irme a casa y olvidarme de tan desesperante día.
Mis expectativas sobre el triunfo en este país comenzaron a descender con rapidez al saber que mi carrera tan amada dependía de una mujer tan cruel y despiadada.

-Señorita Dupont?- Franck, el portero de mi departamento se acercó a mi al entrar al edilicio.
-Esto llegó para usted mientras no estaba. No tiene ni nombre, tampoco dirección.-  Dijo mientras yo miraba extrañada el sobre que el alto hombre poseía en su mano.

-No viste quien lo trajo?- Indagé confundida.

-El cartero.-

-No te preocupes. Gracias Franck.-

Al llegar a casa, abrí rápidamente el sobre.
Ansiosa por saber que había allí.

  Calle Washington, al 1274.
         16:30

Sin nombre, sin firma, sin ninguna señal que indicara quien era el desconocido.

Faltaba media hora para el horario asignado y por supuesto iba a ir. No recuerdo si les mencioné que soy una persona EXTREMADAMENTE curiosa...
No obstante, el miedo era palpable pero al menos el horario era diurno y por lo que en ese momento recordaba no en una zona solitaria ni peligrosa.

Al llegar a la zona en taxi, le pedí al conductor que me esperara unos minutos en caso de que tuviera que escapar.

Lentamente me acerqué a la gran casa y toqué el timbre.
La puerta se abrió y me quedé estupefacta al ver a la persona que tenía en frente.

-No puede ser.- Dije atontada.

-Lo sé tesoro. Suelo ser una sorpresa para todos. Ya lo sabes.

-Luke!!!- Dije emocionada para luego lanzarme sobre el castaño y abrazarlo con toda mi fuerza. No puedo creer que no les haya contado de él.

Resulta, Luke era hijo de él hermano de mi padre.
Luego de la muerte de Henry, su hermano Wallace se acercó a nosotros junto con su esposa y mi maravilloso primo, volviendonos inseparables.

Renacer de la decadenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora