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Bueno, ya se imaginarán quien era la persona tan misteriosa que tenía frente a mi. Sin darme cuenta, estábamos a medio metro de la Señorita Venable y su acompañante. Un hombre alto, pelirrojo y de piel pálida con ojos grises. Bastante atractivo podría decir. Será su esposo? La pregunta por alguna razón hizo que mi garganta ardiera aún más porque desde que me jacté de que mi directora (la cual parece odiarme) era una de las socias de mi primo, todos mis sentidos parecieron agudizarse.
De repente, escuché la voz de Luke, ayudándome a salir de ese transe.

-Pau, ellos son mi socios. Wilhemina y William Venable.- Mismo apellido, mierda. Seguro estaban casados pero, Por qué me afectaba, mínimamente, pero me afectaba?

-Un gusto señorita.- Dijo el pelirrojo William para luego darme un beso en la mejilla. Un saludo común en cada Europa. Serán europeos? Demasiadas preguntas y demasiado misterio.

-Señorita Dupont.- Dijo Venable mirándome fijamente y haciéndome temblar.

-Ya se conocen?- Preguntó el acompañante de mi directora.

-Si, la señorita es alumna mía en la institución.-

-Estudio Profesorado de Filosofía.- Aclaré orgullosa.

...

Dos larguísimas horas habían pasado y además de beber no había hecho otra cosa más que observar discretamente a la señorita Venable y a su supuesto marido.

Luke parecía divertirse junto a ellos y a otras personas que no conocía. Yo me limitaba a observar.

-Todo bien, abeja? Vaya sorpresa nos diste hoy.- Observó el rubio, entregandomé una copa de champagna.

-Quien es ese tal William? Cuanto tiempo lleva casado con Venable?- Indagé mirando a los mencionados y haciendo que Luke ría como nunca.

- Ha! Ha! Casados? Son hermanos Pau. Ella es dos años más chica que él.- Hermano. Wilhemina Venable tenia un hermano. Algo más que sabía de su oculta vida.
-Tu querida directora no está casada, si era eso lo que te preocupaba.- Aclaró burlándose.

-No seas Imbécil.- Sentencié golpeando suavemente su brazo.
-Claro que no me preocupaba.- Mentiras. -Solo quería saber. Nadie sabe nada de la vida de la bruja.-

-Bueno. Es una persona especial. Quizás por eso no le agradas.-

-Me estás llamando "común"?- Dije haciendo que ría de nuevo.

-Me voy a buscar otro trago. Habla con alguien, diviértete.- Me Sugirió. No quería. La presencia de aquella mujer me descolocaba siempre.

Luego de buscar el cual creía mi último trago de la noche, me dirigí a una de las grandes terrazas del lugar, donde se poseía una vista bella de la ciudad, sin embargo, Chicago sería opacada por la mujer apoyada de espaldas a la baranda. Venable, Veni, ya no importaba.
Prendía un cigarrillo a la par que posaba sus ojos sobre mí.

-Fuma?- Preguntó.

-No.- Respondí simplemente pero con el corazón latiendo tan rápido como nunca.

-Hace bien.-

Lentamente me acerqué a ella y me apoye a su lado.

-No me imaginé que usted sería la socia de mi primo. Usted y su hermano.-

-Bueno, tampoco me imaginé que usted sea la prima de nuestro socio.- Expresó antes de darle otra calada al cigarrillo. Una imagen tan exitante como pocas.

Nos miramos. Fueron escasos segundos que fueron más que suficientes para darme ganas de llorar. Que tipo de brujería hacia esta arpía en mi?

-Wilhemina?- La voz de Luke se hizo presente entre nosotras.
-Edge ya está aquí y parece que tu hermano va a estallar de emoción.- Dijo divertido.

-Ya veo. Buenas noches señorita Dupont.
Espero no llegue tarde de ahora en más.- Y sin otra palabra más se retiró.

-Quien es Edge?- Pregunté aún estando totalmente descolocada.

-Es uno de los empresarios que quizo hundir mi empresa. Los chicos también lo odian así que van a destruirlo.- Dijo extasiado. Eso parecía una película de Tarantino.
-Tu estás bien? Que hay de la Señorita Venable? Es linda, verdad?-

-Ay, Si... QUE? No, no y n-no.
Digo, si es linda pero q-que tiene que ver conmigo?- Exclamé exaltada y él se dió cuenta de algo que yo aún no sabía... o no podía aceptar sin embargo, el rubio no dijo nada. Sonrió y se alejó lentamente de la terraza.

Que estaba pasando? Odiaba tanto a mi directora que el tan solo verla me causaba escalofríos? O era otra cosa? Definitivamente lo era no obstante, en ese momento solo considere la primera opción. Nos odiabamos mutuamente y al parecer esta experimentando un cierta sensibilidad por eso.

...

Una vez se hizo la media noche, la fiesta tenia pinta de estar terminando. Que aburridos.
Luego de despedirme de Wilhemina y su hermano, le pedí a Luke que me llevara al bar en el que arreglamos juntarnos Liv, Mark, Amelia y yo. Supuse que la combinación de mis amigos sería esplendida.

-Así que la perra de la directora es la socia de tu primo y su hermano es el ootro dueño de la institución y la empresa.- Concluyó Liv a la par que junto con Mark tomábamos unos buenos tragos, demasiado buenos.

-Lo sé, Lo sé. Es una locura.- Dije con pesar.
-Pero bueno, al menos Luke salvó su empresa y puede que así la perra deje de molestar.-

-Al menos sabes algo más de la vida secreta de la zanahoria.- Comentó Mark haciéndonos reír.-
En ese mismo instante, unos brazos rodearon mi cintura.

-Fue un poco trágico o muy trágico?- Preguntó Amelia, sonriendo.

-No fue trágico. Fue una locura.
Chicos ella es Amelia. Amiga mía. Amy, ellos son Liv y Mark, amigos míos.- Dije presentándolos.

-Un gusto.- Saludo ella, estrechando sus manos para luego sentarse en una de las bancas.

Le conté de todo lo que había pasado en la fiesta salvo nuestro encuentro en la terraza. Era algo que quería guardarme solo para mí.

-Ya, ya es demasiado.- Nos dijo Mark mientras las tres le pedíamos otra ronda de tragos al bartender de uno de esos bares viejos y baratos pero con el mejor Wishkey que puedas probar.

Bebimos y bebimos. Ese es mi único recuerdo de aquella noche.
Vasos y vasos de Wishkey y Vodka. Luces parpadeantes y de colores, música triste de bodegón y la sensación de que el suelo del lugar giraba como una calesita lo demás era todo un recuerdo negro y vacío no obstante, lo que si recuerdo a la perfección es que desperté cerca del medio día, en una cama que no era mía y un cuerpo a mi lado, desnudo y apenas cubierto.
La cabeza me daba puntadas y las nauseas me aturdian, evitando que piense con claridad pero al pensar en el cuerpo junto a mi por alguna razón, la imagen de mi directora pasó por mi mente, autosoprendiendome sin embargo, no, no era mi directora la mujer que tenía a mi lado.

Renacer de la decadenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora