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Dos semanas habían pasado desde mi encuentro con Venable y las mariposas en mi estómago se habían esfumado por el odio y amargura que esa mujer destilaba. Su presencia era agotadora.

-Quizás no le gustan los extranjeros o tu acento francés o tu manera de escribir.- Sugería Liv intentando darle una explicación al comportamiento de la perra de Veni, que puedo decir... los apodos insultantes eran mi pasión.

-Pues no son cosas que pueda evitar asi que la perra tendrá que amoldarse.- Dije con rabia, haciendo a Liv reír.

-Ya tuviste clases con ella?-Indagó antes de darle otro sorbo a su malteada.

-Si y créeme, es un alter ego de dictador.-

La semana anterior.

En la mañana de un día nublado y frío los nervios abarcaban cada parte de mi ser. Ese día tenía mi primer clase con Venable no obstante, todos parecían estar igual de nerviosos que yo, ya era costumbre escuchar comentarios de la ruindad de la directora.

-Deberían vender clonazepan en la cafetería.- Mencionó Amelia, sentándose a mi lado.

-Crees que sea tan mala?- Le pregunté a la castaña, tratando de convencerme de que sus clases quizás no eran tan trágicas.

-Es una exelente profesora pero lo que tiene de inteligente y culta lo tiene de bruja.-

En ese mismo instante en el que iba a reírme del chiste de Amelia la puerta se abrió, y el verdugo estaba allí. Absolutamente todos se callaron y se sentaron a la misma velocidad con la que corro a mi cama cuando apago la luz de mi cuarto.

-Buenos días.- Dijo cortezmente. Ninguno respondió. El miedo atravesaba nuestras gargantas.
-Dije buenos días.- Repitió con firmeza y una mirada mortal.

La saludamos como pudimos y la clase comenzó.
Se quitó su gabardina color uva... ah sí, esa era otra característica que no recuerdo mencionar. Esa mujer tenía una obsesión con los tonos de morado que nunca había visto en mi vida. Su ropa, sus anteojos, todo estaba abarcado por tales tonalidades.

-Bien... como ya deberían saber, mi trabajo con este curso es enseñarles la metafísica de la filosofía y su historia... pero para empezar como corresponde... Las reglas de mis clases.- Tomó una bocanada de aire y habló.
-Están estrictamente prohibidas las llegadas tardes en caso de romper esa regla tan fácil de respetar, amonestación. Ante Cualquier falta de respeto o acto de insolencia, amonestación, si no se siguen las consignas de las actividades, amonestación, si me interrumpen, amonestación, si hablan en clases cuando o como no deben amonestación, si veo o escucho el celular de alguno de ustedes, amonestación, si comen o beber aquí dentro amonestación... está claro?- Indagó, mirándome fijamente a los ojos, haciendo que un horrible ardor recorriera mi garganta.

La clase había continuada relativamente normal, dos horas cátedra en la que nadie emitía ni una sola palabra y escuchábamos con atención a la profesora, bueno en mi caso no del todo.

Observarla escribir en la pizarra y explicar me agitaba de una manera brutal pero a la vez la ira brotaba por mis venas haciendo que mi corazón tuviera un latido de más cada vez que la veía.

...

-Vaya, al final su apodo si pega con ella.- Aclaró Liv divertida.

-De que hablas?-

-No lo escuchaste? La llaman la Dama de hierro... créeme esa mujer debe ser aún peor que Margaret Tatcher.-

Luego de almorzar y terminar las clases, salí a caminar. Amaba hacerlo ya que cuando vivía en Francia, con mi mamá salíamos todos los días a pasear por el barrio.

-Por favor. No quiero ir solo.- Dijo Luke mientras hablábamos por teléfono. El intentaba convencerme de acompañarlo a una fiesta llena de empresarios arrogantes y codiciosos, intentaba no involucrarme con ese tipo de gente, ya saben, salud mental y dignidad.
-Les hablé mucho sobre ti... deben querer conocerte.-

-Si, si. Que a ti te cueste desenvolverte en un ambiente lleno de personas con una inescrupulosa ambición no me involucra a mi Luki.-

-Ya sé pero será divertido y para que lo sepas no todos los empresarios somos como tu crees tesoro.
Solo piénsalo y llámame.-

Lo pensé y lo llamé. Ir a esa fiesta era una oportunidad de conocer gente y amoldarme a las costumbres americanas, que otra opcion tenía? Encerrarme en mi casa y comer papas fritas mientras veía alguna serie dramática que cuando la termine sienta un vacío y no sepa como seguir.
Créanme, era tentador pero en ese mínimo momento en el que decidí ir no creía que la sociabilidad pueda ser tan mala. Error.

Renacer de la decadenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora