YTH | Rhiannon siempre fue la debilidad del príncipe Aemond, no importaba que a sus ojos y a los de su madre fuera una bastarda, ella era diferente a cualquiera de su familia, siempre haciéndolo feliz, aunque esta lo odiara.
Él siempre amaría a Rhia...
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La plática de Rhaenyra y su padre había sido recordaba durante todo el primer año de vida de su hija, la heredera al trono lo había pensando todo el tiempo, ¿estaba haciendo lo correcto por su hija? Esperaba que fuera así, deseaba que su hermano menor amara a su hija, no quería arriesgarla a vivir algo feo.
Pues la propuesta de su padre la había tomado por sorpresa, nunca pensó en comprometer a su pequeña con su hermano Aemond, para ser sincera, Rhaenyra no había crecido teniendo una gran relación con sus hermanos menores, convivió con Aegon ─ el más grande ─ durante muy poco tiempo, pues no tenía mucho interés en convivir con sus hermanos hombres, así que eran casi unos desconocidos para ella, no sabía que tan conveniente era comprometer a Rhiannon con Aemond.
Pero no sería malo, ¿verdad? Los dos apenas y eran unos niños. Intentó hacer que la vida de su hija fuera hermosa, así que siguieron las tradiciones familiares, eligieron un huevo de dragon y fue colocado en su cuna para que eclosionara junto a ella, como lo habían hecho Rhaenyra y Laenor años atrás.
A sus seis meses de vida se comenzó a ver la belleza de la niña, podría llegar a ser de las más bella de su familia, eso sí tan solo los rumores no invadieran a todo el pueblo, pues comenzaron a decir que la niña era una bastarda como su hermano, no merecían todos los privilegios dados por su madre, merecían ser tratados como bastardos, su abuelo, el Rey Viserys I estaba harto de ver cómo eran tratados sus dos nietos, pues con Jacaerys ya había salido a hablar, diciendo que quemaría la lengua de todo aquello que hablara de su nieto, pero parecía que aquella amenazaba no había sido suficiente ni tomada en cuenta con el nacimiento de la niña.
El Rey tuvo que salir nuevamente a amenazar a todos aquellos que hablaran mal de su nieta, pues bien se sabía que los rumores eran comenzados por aquellos que querían que Aegon Targaryen fuera rey y no la primogénita. Por todo el primer onomástico de vida de la niña no se dijo nada de esta, Rhaenyra la mantuvo en las sombras por todo ese tiempo, hasta que veinticuatro lunas y unos cuantos diurnos después de su nacimiento, apareció Lucerys Velaryon, el tercer hijo entre la unión de Rhaenyra y Laenor, aunque la mujer haya dicho que Rhiannon sería su última hija al parecer estaba equivocada, pues había llegado el tercer hijo.
Del que tampoco se quedaron callados, hablaron mucho por la cabellera del pequeño, pero al igual que con sus otros hijos la heredera al trono se hizo sorda y los enseñó a hacer lo mismo.
Aemond fue llevado a conocer a Rhiannon cuando esta tenía ocho meses de vida y él tenía casi cuatro años, conoció a su prometida, pero no sintió nada ¿Cómo sentiría algo? Su próxima esposa era tan solo una bebe y él era un infante.
Se estaba cumpliendo otro día del nombre de la pequeña princesa, su tercer onomástico para ser exactos y su madre recordaba su laborioso parto, en el cual casi pierde su vida y la de su hija.
