YTH | Rhiannon siempre fue la debilidad del príncipe Aemond, no importaba que a sus ojos y a los de su madre fuera una bastarda, ella era diferente a cualquiera de su familia, siempre haciéndolo feliz, aunque esta lo odiara.
Él siempre amaría a Rhia...
capítulo número siete: una lugar al que poder llamar hogar
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Todo aquel que viviera dentro de la fortaleza roja se había enterado de aquel altercado entre Harwin Strong y Criston Cole, pues al parecer el guardia juramentado de la reina Alicent Hightower le había echo un comentario poco apropiado sobre la supuesta bastardía de los príncipes Velaryon.
Asegurando que la forma en la que Harwin trataba a los príncipes, era como un padre trataba a sus hijos, ocasionando que estos pelearan a golpes. Y por alguna razón, no se le diera ningún castigo al capa blanca, pues se suponía que alegar sobre la bastardía de los niños era un tema de alta traición.
La cabeza de Rhiannon estaba perdida en un mundo paralelo al que ella acostumbraba, ajena a las palabras del consejo y con una jarra de vino entre sus manos, apretándola mientras miraba a su madre, quien estaba igual de perdida que ella, como si las dos pensaran en lo mismo, pero en cosas diferentes también.
La más joven estaba pensando en todo aquello que los plebeyos, nobles y monarcas decían sobre ella y sus hermanos, creció escuchando entre las sombras aquellas palabras que se repetían una y mil veces, casi asfixiante.
"─ Los príncipes son bastardos, no deberían tener un apellido noble, ellos deberían ser llamados Mares."
No era raro escuchar eso mientras caminaba buscando golosinas o yendo hacia sus clases, aún cuando era traición decirlo, si no estabas cerca de alguien que fuera a oírlo nadie podría saberlo y si estabas cerca de la princesa también era seguro que esta se callara, pues su miedo podía más con ella.
─ Lord Blackwood dice que los Bracken movieron de las piezas que delimitan el terreno a la mitad de la noche y pusieron a sus caballos a pasear en sus campos.
Hubo un tirón en el vestido color blanco con rosa de la princesa, dejó de estar en su mundo para buscar al causante de aquel tirón, pero se encontró con su abuelo, quien le sonrió mientras le acercaba su copa, pidiéndole un poco más de vino. Sin pensarlo dos veces la niña se acercó ligeramente a su abuelo, sirviéndole y al acabar comenzando a caminar alrededor de la mesa del consejo, viendo las copas de cada Lord para servir vino, menos a su madre, por la lactancia ella no podía tomar vino, solo cerveza, no importaba que ella no era la que daba pecho a Joffrey, para eso estaba su nodriza.
─ ¿Este asunto no se llevó ante Lord Grover? ¿Es tan débil que no puede resolver la disputa de unas rocas?
Se detuvo al lado de Alicent Hightower, sirviendo hasta el llenar la copa mientras escuchaba sus palabras. Siempre le había parecido interesante la manera de mandar y hablar de aquella mujer, nunca podía hablar sin tratar mal, como si estuviera configurada para ser así.
─ Escuche que el hijo de Lord Grover ahora gobierna las Tierras de los Ríos en todo menos en nombre.
─ Bueno, también es un Tully. Y esto aún es un problema de los Tully. ─ la mujer miro de reojo a su 'nieta'.
