capítulo número diecisiete:
un hijo por un hijo
Los días habían volado como el viento, corriendo de manera rápida como las páginas de los libros, teniendo que llevar rutinas horribles y perezosas con tal de estar metida en algo, con tal de que la princesa Rhiannon Velaryon no tuviera pensamientos suicidas.Recordándole una y mil veces que ahora era madre de dos pequeños niños, Maegor que apenas cumplía dos días del nombre y la recién nacida Anneliese Targaryen, aquella bebé que nació antes de lo esperado, con gritos, llantos y una cantidad increíble de sangre, rompiendo aún más el corazón de su madre.
Porque ahora su hija era un recuerdo constante de la muerte de su hermano menor, más cuando las campanas de todo el reino sonaron, avisando el nacimiento de la nueva princesa del consejo verde.
El suspiro de Rhiannon resonó por la habitación gigantesca, haciendo eco por todo el lugar, chocando con las paredes de concreto, tomando los bordes de la mesa redonda para ponerse sobre sus rodillas, apoyándolas sobre uno de los cojines afelpados, fijando su vista en la cera cayendo por los bordes de las velas, escurriendo a los lados de sus brazos.
No pudo evitar pensar en lo tonta que se veía, levantó uno de sus manos para que corriera sobre su cabello, empujándolo hacia atrás, mostrando para ella misma aquel broche que llevaba con ella todos los días, un regalo que Daemon Targaryen le había hecho cuando este se casó con Rhaenyra, pues el hombre regaló algo a todos sus hijastros, una forma de mostrar afecto, respeto y ganarse a sus hijos.
Era un broche de oro con un dragón de ojos rojos y un pequeño caballito de mar de ojos azules, un Velaryon, se lo dio porque la joven era parte de las dos casas y porque le dijo que él sabía que ahora sus dos padres serían Targaryens, Daemon quería que su hijastra recordara de dónde venía.
Quitó el broche para acunarlo en su mano derecha, observándolo unos segundos.
Joffrey, Lucerys, Jacaerys. Pensó mientras lo veía, sus tres hermanos, él más grande que era casi su mellizo y los dos pequeños que eran la luz de sus ojos, los primeros con los que experimentó el sentimiento de ser una madre, aunque solo se hacía responsable de ellos por momentos.
Lo apretó entre su mano para llevar la mano izquierda hacia el pequeño palito de madera y hacerlo prenderse en una de las velas prendidas, llevándolo hacia otras, comenzando a decir nombres en voz alta.
─ Laenor Velaryon. ─ susurró prendiendo una de las velas.
Su padre biológico ─ o no ─, pero era el hombre que la había criado hasta los nueve, ese que los amaba y crió como suyos, les dio un apellido y los legitimó, además, el hombre hubiera dado su vida por ellos.
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YES TO HEAVEN ─ house of the dragon
FanfictionYTH | Rhiannon siempre fue la debilidad del príncipe Aemond, no importaba que a sus ojos y a los de su madre fuera una bastarda, ella era diferente a cualquiera de su familia, siempre haciéndolo feliz, aunque esta lo odiara. Él siempre amaría a Rhia...