008 | driftmark

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capítulo número ocho:
marcaderiva

Acostumbrarse a Rocadragón había sido el principal problema de los jóvenes príncipes, tenían habitaciones nuevas, muebles nuevos, actividades nuevas y acomodadas en horarios completamente diferentes a los de antes

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Acostumbrarse a Rocadragón había sido el principal problema de los jóvenes príncipes, tenían habitaciones nuevas, muebles nuevos, actividades nuevas y acomodadas en horarios completamente diferentes a los de antes. Caminar por el lugar sin perderse era considerado un logro para los tres menores, Lucerys había dejado de ir a los cuartos de sus hermanos durante las noches, pero no era porque así lo quisiera, si no porque se perdía en el castillo.

Al no conocer el lugar terminaba perdiéndose, gritando en medio de la noche, atrayendo a algún guardia que pudiera regresarlo a su habitación o llevarlo con su madre.

Los tres habían estado renegás, era un berrinche simultáneo a todas horas, en cualquier lugar aún cuando estaban cada uno en diferentes partes del castillo, sobretodo Rhiannon estaba muy enojada, pues había sido separada de sus dos amigos más personales, su tía y tío, Aemond y Helaena, había estado compartiendo cartas con ellos, donde los dos pedían que fuera a visitarlos, pero su madre se negó de manera inmediata, diciendo que era mejor que se acostumbrase al nuevo hogar, tendría tiempo de estar con sus tíos en más tiempo.

Cuando el ambiente comenzó a alivianarse todo pareció tornarse de un ambiente más grisáceo, de por sí Rocadragón ya era un castillo sombrío, con la necesidad de velas en todos lados, aquella mesa con el mapa de Poniente prendida en lumbre, mostrando cada casa importante, las chimeneas ardiendo en rojo y la brisa soplando, pero cuando las cartas de Sir Harwin Strong dejaron de llegar todos se preocuparon, el hombre había estado mandando varias para hablar con los niños Velaryon.

Pero de la noche a la mañana estas cesaron, haciendo pensar a los niños que el hombre había encontrando una actividad más entretenida y placentera que compartir cartas con niños de nueve, ocho y casi seis, un sentimiento agridulce los abrazo, sin saber que la realidad era mucho peor. Por la noche, mientras ellos dormían en los aposentos de su madre ─ pues pasaban todo el tiempo libre que tenían allí ─, apoyados el uno sobre el otro al lado del moisés de Joffrey, llegaron dos cartas al castillo, las dos eran de lugares diferentes, una era enviada desde Marcaderiva e iba más dirigida a Laenor Velaryon, mientras que la otra venía desde Harrenhal y Desembarcó del Rey.

Dos noticias desgarrados plasmadas en estas, un grito sonó por todo el castillo, uno que hizo que Joffrey comenzara a llorar y sus hermanos se levantaron de golpe, mirándose entre ellos mientras intentaban calmar a su hermanito menor, haciendo que una doncella corriera a cargarlo y pasearlo por la habitación.

Jacaerys tomó la delantera saliendo de la cama para ayudar a sus hermanos a hacer lo mismo, agarrados de la mano caminaron hacia la pequeña sala de estar de su madre, donde se la encontraron a ella y a su padre, este lloraba arrodillado frente a la chimenea, cuando Rhaenyra los miro las palabras salieron de su boca sin poder controlarlas, haciendo que el corazón de sus hijos se rompiera, que toda calma y paz en Rocadragón se desvanezca y sea remplazada por las lágrimas.

YES TO HEAVEN ─ house of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora