17. Cambios

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El cielo aún está oscuro, con el pasar de los minutos parece que se va aclarando, comienzan los primeros rayos de sol, el amanecer está por llegar.

El cielo comienza a cambiar de tono y color, está más claro y su tono es rosado, con nubes espersas. En Nueva York aún son las siete de la mañana mientras que en Londres, el día ya había comenzado son alrededor de las doce del mediodía, un día con lluvia.

Anne estaba aún en la cama, su despertador no suena hasta las siete y media. Hoy era un día largo, tenía varias clases que impartir y además había tenía un montón de tareas escolares de sus alumnos que comenzaban a acumularse para corregir.

Habían pasado tres meses desde que ella y Luke se veían todos los días, quedaban todos los findes de semana en Nueva York para cenar, ver una película, para pasear por las diferentes calles, para estar abrazados en su casa... Pero hace unos días, se habían besado. Otra vez después de mucho tiempo pero está vez sin alcohol de por medio, eran ellos mismos con sus sentimientos, pero que ninguno estaba preparado para confesar, enfrentar y seguir adelante porque el miedo era mayor que el deseo que estar juntos.

Claro que ahora no tienen ningún impedimento, ambos solteros pero en la otra punta del país. Aún así, se llamaban y chateaban pero el amor nunca fue fácil y para ellos después de la fuerte crisis de su amistad, no podían permitirse volver a caer en un abismo del que quizá no podían ni salir ni sacar su corazón.

Los últimos días había estado tomándose unos días de descanso, junto con no solo Luke sino su familia,  ya que esa semana pasada había sido la semana de Pascua por lo que Nueva York da vacaciones a los niños la semana completa, al igual que sus profesores aunque tengan trabajos o tareas que realizar, pero fuera del ámbito escolar.

Llega el momento de levantarse, la alarma del teléfono no para de sonar.

—Uff callate ya alarma—chilla Anne enfadada dándole al botón de apagado. Se levanta de la cama y tras unos segundos de mirada al vacío, se encamina al baño a tomarse una ducha que la espabilaria.

Se deshace de su pijama, entra en la ducha. Una vez el agua esta templada, deja que está caiga por su pelo, recorriendo cada centímetro de su cuerpo, haciendo que cierre los ojos al contacto con el agua, sintiendo una relajación al instante. 

—Me quedaría aquí todo el día—suspira Anne.

Se enjabona el pelo y su cuerpo para  aclarar, así dos veces, para después salir en toalla, secarse y vestirse con lo que sería el conjunto que utilizaría hoy, ropa interior blanca, camiseta interior de tirantes del mismo color, un jersey beige y unos vaqueros negros a juego con sus botas del mismo color. Se desenreda el pelo con un producto para ello, lo cepillo y pasa el secador unos segundos dejándolo liso y brillante.

Al bajar a la cocina, huele a café. La luz del lugar está encendida y se oye unos suaves y bajos tarareos. Anne sonríe tras la puerta, sabe que su amiga está preparando el desayuno.

—Buenos días—saluda Anne nada más entrar.

Cherie que estaba preparando tostadas levanta su cabeza y se desconcentra de su canción y sonríe para saludarla también. —Buenos días.

—Te veo contenta—dice Anne sirviéndose una taza de leche y un poco café.

—Si—sonrie.

—Me ocultas algo tras esa sonrisa? —pregunta Anne comienzo una tostada con miel.

—Es que.. no quiero que te enfades...

—¿Porque me enfadaría? Cuéntamelo—Se acerca a ella y toma sus manos.

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