21. No elegíste olvidar

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El invierno está por llegar. El otoño deja su rastro en hojas de diferentes todos en el suelo, dejando a los árboles huérfanos de color y vida.

Anne desde hace 5 días acude a rehabilitación y desde entonces ha hecho grandes progresos. Puede caminar lentamente con algo de ayuda hasta el baño y volver. Puede levantar y estirar sus brazos a partes iguales, pero a veces le cuesta sentarse y levantarse, los puntos del costado aún le tiran bastante, por lo que al mismo tiempo, sigue tomando calmantes y medicamentos para el dolor y poder dormir.

Su cabeza es una olla a presión que parece a punto de explotar, no por los pequeños dolores convertidos en jaquecas que padece, sino porque no sabe porque no se acuerda de nada, no sabe que debe creer, no sabe que hacer con aquello que le dicen, no sabe que hacer para recordar o más bien no sabe que hacer para que Luke vuelva a su lado.

Todo era un rompecabezas. Su familia no sabía cómo ayudarle, solo la psicóloga, quien estaba intentado que Anne progresará.

Su amiga Cherie, aún no había podido pasarse por el hospital hasta hacía unos días. Esta semana, ella era quién preocupada por su amiga se había pedido unos días para pasarlos a su lado. Cuando Julie, la hermana de su amiga la llamo diciendo que su mejor amiga estaba en el hospital, se derrumbó pensando los peores escenarios posibles. Mira que había pasado muchas situaciones junto a Anne, pero nunca se la había imaginado en coma en un hospital o que sin parte de sus recuerdos, sin duda los mejores vivimos hasta el momento, al menos aquellos en lo referente a Luke.

Que Cherie estuviese en el hospital habiendo compañía a su amiga ayudaba a sus padres a organizarse. Así, ellos se tomaban un descanso, ella no estaría sola y ellos necesitaban dormir bien, en una cama al menos por dos días que ha sido el tiempo que Cherie tenía pensado quedarse. Hoy debía volver al trabajo, no podía dejar a sus alumnos desatendidos.

Por suerte, Anne estaba de baja, sus padres contactaron con el centro educativo en el que trabaja debido a las recurrentes llamadas en el teléfono de su hija y Esmeralda la mujer encargada de ello y preocupada por su mejor profesora le mando sus mejores deseos y que se reincorporará cuando estuviese mejor y en plenas condiciones para su vuelta. Y eso es lo que más estaba ansiando volver a su vida. No estar postrada todo el día en una cama y no saber que hacer.

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Otra semana había pasado. Ya eran dos desde que despertó. El sol se despierta, entre oscuras nubes pero deja sus destellos. Los pequeños rayos entran por la ventana de New York Presbyterian hospital, en que Anne se encuentra, en el 3 piso, quién lleva aproximadamente un mes ya internada en el hospital. Ese día se había levantado más cansada pero más a animada a seguir con su terapia recuperatoria

Esta mañana, estaba cansada. La psicóloga había estado pasándose durante los últimos tres días por su habitación, interesándose por su bienestar, y evaluando sus progresos pero eso a ella la molestaba, trataba de hablar, mantener una conversación en cada sesión, pero cada vez finalizaba, la frustración volvía a ella.

La psicóloga era la que más aportaba, pero está quería que fuese la propia Anne quien tomase la iniciativa, que le contase sus verdaderas inquietudes y que no se cerrase tan en banda como lo había llegado a hacer. Como en la segunda sesión, se estuvo culpabilizando de todo porque su cabeza era un caos que ni ella misma lograba entender. Pero para eso estaba Allison Parker, una estupenda psicóloga licenciada y que trabaja en el hospital ayudando a sus pacientes con sus diversos problemas de salud mental.

Hoy la sesión había sido dura, Anne había comenzado a desahogarse. No hablaba apenas pero todo lo que la psicóloga le decía parecía haber hecho mella y la sesión se estaba dando por acabada con lloros de frustración.

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