Capítulo 4

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Irene escuchó el timbre de su casa sonar minutos después de que se sentara en el sofá, hacia ya algunos minutos que había llegado de casa de Seulgi y Yeji.
Frunció el ceño con curiosidad, ya era pasada la media noche, ¿A quien se le ocurría venir a llamar a su puerta tan tarde? ¿Acaso era algo de tanta urgencia o importancia que no podía esperar? Estaba segura de que no era una madre de algún alumno queriendo preguntar por la tarea.

Soltó un suspiro cuando volvió a escuchar el timbre sonar, puso sus ojos en blanco y se levantó caminando hasta la puerta.
Una morena vestida con jeans, camiseta blanca y aquella chaqueta negra que parecía no desprenderse nunca de su cuerpo estaba frente a ella, con las manos en sus bolsillos y con una sonrisa en su rostro.
Aquella sonrisa hacia que Irene sintiera una extraña sensación llenarle por completo, era extraña pero placentera. No se iba a negar a si misma que la morena le atraía, aunque solo era eso. Kang Seulgi era una mujer hermosa, y parecía que la mayoría de los hombres del pueblo que no estaban atados a una mujer lo sabían. Había ido un par de veces a la cafetería y había escuchado a un par de personas referirse a la sheriff del pueblo como alguien atractiva. Pero a pesar de que podía perderse en aquellos pensamientos, le extrañaba y molestaba al mismo tiempo el hecho de que Seulgi estuviera frente a su puerta.

-¿Srita. Kang? ¿Podría explicarme que hace aquí? Son más de las 12 y espero que tenga una muy buena explicación para venir y presentarse en mi puerta de manera abrupta y sin avisar tan tarde. Ya había notado que no tiene los mejores modales que haya visto, pero no esperaba que careciera de...

Uno de los dedos de la morena se levantó y se posó sobre los labios de la pelinegra, haciéndole callar de repente. El ceño fruncido de Irene se intensificó al mismo tiempo que se cruzaba de brazos en señal de molestia. La morena empezaba a caerle mal de nuevo, y más al ver qué no borraba aquella sonrisa de sus labios, no podía describirla, era una sonrisa enigmática, pero sin dudas atrapante, algo le incitaba a querer descubrir el porque de esa sonrisa.

Seulgi cruzó el umbral de la puerta para poder pasar, cerrando esta detrás de ella, sin perder de vista a Irene. La puerta hizo un sonoro "click" en señal de que estaba cerrada y que la sheriff estaba dentro de su hogar.

-¿O acaso está ebria? Dudo que la resaca sea buena para su trabajo, y dudo aún más que el presentarse aquí sea bueno también. Ahora, quiero que...- Irene se detuvo de nuevo, realmente odiaba que le interrumpieran y no le dejaran terminar de hablar, empezó a retroceder poco a poco al ver cómo Seulgi se acercaba de nuevo a ella. -Ahora quisiera que...

Sin embargo la morena fue demasiado rápida y le tomó de los brazos para detenerle, acercó su rostro al de Irene para poder plantarle un brusco beso en los labios, interrumpiendole por tercera vez en tan solo unos cuantos minutos, atrayendola aún más a ella y sujetandola por la cintura.

Los ojos de Irene se abrieron de sorpresa al sentir los labios de Seulgi sobre los suyos, hubiera esperado cualquier cosa de la srita. Kang, pero no que le robara un beso. Sin embargo no se apartó, no quería apartarse y no quería que aquel salvaje y apasionado beso terminara, algo volvió a encenderse dentro de ella, el color ascendió por sus mejillas con rapidez, era como si de repente hiciera demasiado calor en la habitación.
Así que en cuestión de segundos siguió el beso, pasando sus manos por la cintura de la morena para luego dejar que una de ellas viajara hasta su cabello, acariciando varios de los largos mechones chocolate de Seulgi.

Seulgi introdujo su lengua en la boca de Irene, con quién empezaría una guerra para obtener el control del beso, pero Seulgi fue más astuta esta vez, la mano que permanecía en la cintura de la pelinegra pasó de allí a sus caderas y más tarde a su trasero, para poder acariciar este. Irene abrió los ojos ahogando un jadeo de sorpresa, cosa que le hizo perder la batalla, asi dejando que Seulgi tomara finalmente el control.

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