Capítulo 9

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Irene soltó un gruñido al sentir como la luz del sol le daba directamente en la cara. Por lo que tomó las sábanas y cubrió su cabeza con estás para tapar sus ojos del sol.
Pero era demasiado tarde para recuperar el sueño, su cabeza parecía estar siendo golpeada por cientos de martillos al mismo tiempo.

Soltó nuevamente un gruñido y llevó lentamente una mano a su cabeza para frotar cuidadosamente de esta.
Poco a poco empezaba a recordar todo lo que había pasado la noche anterior.
Karina y ella en la barra bebiendo alcohol sin parar, eso explicaba su incesante dolor de cabeza que parecía que en cualquier momento la mataría.
Luego Karina desapareciendo de su campo de visión después de haber dicho que iba al baño. Ella buscando su celular y después entre sus contactos para llamar a Kang Seulgi.
Llamó a Seulgi... Estando ebria... Mierda...

No podía recordar que había pasado después, de seguro debía ser algo que no quería recordar.
Sé conocía estando ebria, así que lo más probable es que se la hubiera pasado diciéndole estupideces a Seulgi. Genial, ahora había arruinado su reputación frente a la sheriff. Frente a la mujer por la cual tenía sentimientos confusos de los cuales no deseaba pensar en esos momentos.

Le tomó más de cinco minutos salir de la cama, ya que su cabeza dolía cada vez que hacia el más mínimo movimiento.
Caminó hacia su baño y sacó del cajón que estaba detrás del espejo un bote de aspirinas para llevar una de esas a su boca.
Lavó sus dientes e intentó arreglarse un poco intentando disimular su evidente resaca.

Era sábado y deseaba estar en casa, así que optó en ponerse unos shorts cortos y una vieja camiseta de su universidad.
Salió de su habitación aún con su cabeza y cuerpo adolorido, ¿Por qué su cabeza dolía de esa manera? Recordaba haber tenido peores resacas en su juventud, pero no tan fuertes dolores de cabeza.
Bajo las escaleras y caminó hacia la cocina, donde el olor a huevos y tocino inundó sus fosas nasales.

Karina se giró mirándola con una gran sonrisa, lo que hizo que Irene hiciera una pequeña mueca de confusión, era extraño ver a Karina tan alegre por las mañanas.
-Al fin despiertas Bella Durmiente, no sabía si seguías viva, pero igual temía despertarte y me asesinaras por hacerlo, por como luce tu cara pareciera que tu resaca no va muy bien. Preparé el desayuno. Fui por Hanni hace una hora y está cambiándose. No pensé que Joy fuera tan buena niñera, pero Hanni está encantada.- Irene miró el reloj y comprobó que era más tarde de lo que creía. ¿Por qué Karina estaba de tan buen humor?

-¿Puedo preguntar por qué tu repentina alegría y ganas de cocinar? La última vez que te vi cocinar tocino estabas molesta porque el aceite saltó y quemó tu mano.- Dijo Irene mientras servía jugo de naranja en un vaso y lo llevaba a sus labios para después empezar a beber.

-Aquella vez casi muero quemada y tú solo te reíste de mí. Prueba número 13 de porque eres la peor hermana que existe.- Irene soltó una pequeña risa al escuchar aquello y negó con la cabeza. -¿Y bien?

-¿Y bien qué?- Irene arqueó una ceja mirando a la castaña mientras tomaba más jugo.

-Ya sabes... Cuando regresé del bar vi salir a la sheriff Kang bajando las escaleras. ¿Hay algo que yo deba saber?- Karina se inclinó en la isla de la cocina y la miró con una sonrisa sin dejar el contacto visual esperando la contestación de la pelinegra.

Irene casi se atragantó con el jugo que tenía en ese momento en su boca. Tosió ligeramente y su cabeza dolió por la acción.
Entonces pudo recordar más detalles de la noche anterior.

Ella llamando a Seulgi, diciendo estupideces y después pidiendo que fuera por ella al bar.
Ella pagando la cuenta y saliendo del bar después de despedirse del cantinero. Pudo recordar haberle dicho que se iría ya que una hermosa morena la llevaría a casa.
Más recuerdos llegaron a su mente: ella esperando afuera del bar. Seulgi llegando en su auto y diciéndole que sus tacones eran aptos para sobrevivir a una pelea. La morena ayudándole a subir al auto, ella dándose un golpe en la cabeza con la puerta del auto... Ah, ahora entendía porque el dolor de su cabeza parecía querer matarle.

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