Capítulo 20

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Una morena descansaba en el asiento delantero de su auto amarillo mirando fijamente hacia el frente en la espera de que algún cambio en el paisaje que tenía delante de ella ocurriera repentinamente.
Aquello era a lo que llamaba "vigilar en cubierta". Aunque no podía llamarlo así en esos momentos, ya que parecía no haberse percatado de que una castaña la observaba a lo lejos desde la ventana de su hogar.

Parecía estar muy concentrada en ver cómo el aire frío del invierno empujaba lo que parecían ser restos de hojas secas esparciendolas por todo el asfalto de manera desordenada cuando su celular sonó repentinamente reproduciendo aquel tema de llamada impertinente que venía preestablecido y nunca se molestaba en modificar ¿Acaso alguien modificaba su tono de llamada?
Tomó el celular entre sus dedos y miró aquel número desconocido a través de la pantalla y frunció el ceño.
La inevitable y cruel vaga esperanza de que pudiera tratarse de Irene apareció en ella, casi le hacía olvidar que existía el hecho de que cualquiera en el pueblo podía llamar a la sheriff y pedir su ayuda en caso de que hubiera algún asunto policial que atender en el pueblo.

Soltó un suspiro mientras se acomodaba en el asiento al mismo tiempo que respondía aquella llamaba antes de que el estridente tono de llamaba dejara de escucharse y se llevó el celular a la oreja.

-¿Diga?- Dijo Seulgi tratando de no parecer emocionada por el hecho de que existía la mínima posibilidad de que Irene estuviera detrás de la línea.

-Mamá dice que dejes de actuar como una psicópata, que ya no vigiles la entrada de la casa y que entres a tomar chocolate caliente.- Escuchó decir a una niña, a la cual pudo identificar fácilmente como Hanni.
Seulgi soltó un suspiro cansado y se asomó por la ventana del auto levantando la mirada hacia la mansión Bae, buscando lo que ya se temía, encontrándose en una de las ventanas del segundo piso a dos siluetas, una más alta que la otra.
Rápidamente la sheriff dentro del auto reconoció a Karina, quien estaba de brazos cruzados mientras parecía encudriñarle con la mirada, en esos momentos si que podía ver el parecido que tenía con su hermana, y por otro lado estaba Hanni, quien sostenía el teléfono celular con una mano mientras que con la otra le saludaba efusivamente moviento su brazo de lado a lado como si quisiera hacer que la morena notara la presencia de ambas. Y vaya que lo había logrado.

-Hanni no...

-Es una orden Kang.- Le interrumpió ahora la voz de la castaña, levantó nuevamente la mirada viendo como ahora era Karina la que sostenía el teléfono y seguía manteniendo aquella miraba fija en ella.

Seulgi estaba a punto de protestar hasta que escuchó aquellos pitidos repetitivos que indicaban que Karina había cortado la llamada.
Vaya que las hermanas Bae eran tercas y les gustaba dar órdenes en todo momento y en todo lugar.

Soltó un gruñido ante aquella acción por parte de la castaña y contempló por unos segundos más las hojas que el viento arrastraba nuevamente para hacerlas bailar sobre el duro asfalto antes de abrir la puerta de su auto y bajar de este para caminar por los jardines de la mansión hacia la entrada de esta.

Ni siquiera tuvo que molestarse en llamar a la puerta, Hanni ya la estaba esperando con una sonrisa en su rostro.
Cuando llegó al porche, la niña se hizo a un lado para que la sheriff pudiera entrar, esta se sorprendió al sentir un rápido y cálido abrazo por parte de Hanni, aquello era algo que no se esperaba, pero que sin embargo le hizo sonreír inevitablemente a la niña, nadie podía no encariñarse con la pequeña, la cual con su carisma se había ganado el aprecio de más de una persona en el pueblo, incluyendo a la morena.

Seulgi miró a su alrededor y recuerdos de lo que había acontecido hacia ya varias semanas en aquel lugar aparecieron en la memoria de la morena golpeandola con agresividad causando que una presión nada agradable se instalara en su pecho. Irene y ella de pie en el recibidor de la casa discutiendo, o más bien ella gritándole a Irene y después saliendo sin dejar que la pelinegra le diera explicaciones.
Aquello la seguía atormentando, ¿realmente hubiera conseguido dichas explicaciones si tan solo se las hubiera pedido?.
Tal parecía que ya era muy tarde para saber la respuesta de aquella pregunta que aparecía cada noche y le robaba el sueño sin falta, pues sus ojeras aún seguían presentes cada día en su rostro, aunque solía cubrirlas con un poco de maquillaje para que al menos nadie lo notara.

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