Capítulo 23

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- Irene esto va a dolerme.- Dijo una Seulgi acostada boca abajo en la cama mientras buscaba una almohada con sus manos, atrayendola hacia ella para poder ocultar su cara en esta después de haber soltado un grito.

-¡Seulgi nos van a oír!- Le reprendió la pelinegra poniendo los ojos en blanco como ya era costumbre en ella. -Y no va a doler, solo la meteré y la sacaré. No sentirás que está ahí.

-Pero es enorme, ¡claro que sabré que está ahí!

-Kang, soy experta en esto.- Irene se acercó a la morena mientras le bajaba el pantalón poco a poco.

-¿Ah si? ¿A cuántas personas les has metido esa cosa?- La morena levantó la cabeza de la almohada girando su cabeza lo más que pudo para poder ver a Irene, la cual tenía aquella sonrisa que tanto le encantaba en sus labios.

-A muchas, ahora déjame terminar con esto. Deja de moverte, no puedo atinarle si te estás moviendo. Esto será rápido cariño...

-¡No me llames así cuando estás a punto de meter esa cosa en mí!- Volvió a gritar Seulgi ocultando nuevamente su cara en la almohada mientras pataleaba.

-Está bien, sheriff Kang, déjeme terminar con...

-Tampoco me llames así, haces que suene provocador y...

-Agradeceria no tener que pasar el resto del día encerrada en esta habitación contigo Kang. Así que si pudieras hacer esto más fácil, sería realmente lindo.- Interrumpió Irene poniendo los ojos en blanco por segunda vez, aunque Seulgi no pudiera verla la conocía demasiado bien como para saber que esa acción había sido realizada por su ahora molesta pelinegra.

-Oh sabes que te encantaría pasarte el resto del día aquí encerrada conmigo. Pero tengo hambre así que hazlo.- Respondió Seulgi mientras abrazaba de nuevo la almohada.

-Solo relájate, dolerá más si estás tensa.

La puerta de la habitación se abrió justo al mismo tiempo que Seulgi soltaba un fuerte grito, el cual fue apenas sofocado por la almohada.

-¿Qué está pasando?- Respondió Yeji quien estaba de pie en la puerta mirando todo con confusión.

-¿Lo ves? Te dije que no dolería.- Dijo Irene mientras ponía un pequeño algodón y subía el pantalón de la morena. -No es nada cariño, tu madre aún no supera su temor a las agujas.

Irene mostró la jeringa ahora vacía entre sus dedos mientras sonreía aún escuchando los lloriqueos de la morena. La cual parecía a punto de ponerse a patalear.

-Mamá, siempre haces lo mismo. Estoy segura de que haces molestar a Irene.- Respondió Yeji mientras se quedaba en la puerta intentando no reír al ver a su madre aún tendida en la cama.

-Para nada, en realidad es muy divertido para mí.- Dijo la pelinegra sonriendo complacida mientras metía cuidadosamente todo lo que había ocupado en una bolsa, desechandolo en la basura del baño.

Seulgi había contraído lo que el doctor había llamado como "un fuerte resfriado"
Y lo que el doctor había recomendado habían sido un par de inyecciones para que la morena dejara de estornudar y toser lo más pronto posible.
Irene se había ofrecido a ser ella la que administrara sus medicamentos a la morena, al igual que las inyecciones. Y la morena hubiera estado completamente feliz de tener a Irene como su enfermera personal, pero odiaba tener que ser inyectada a base de amenazas.
"No habrá sexo para ti entonces" Esa era la amenaza más frecuente de la pelinegra, y Seulgi era demasiado débil en ese aspecto, sobre todo cuando sabía que tenía a una mujer como Irene de novia.

-No entiendo porque tenemos que hacerlo, es doloroso. Mi trasero duele... ¡Y borra esa sonrisa de tu cara niña!- Dijo una molesta morena levantándose de la cama. Yeji dejó de sonreír y desapareció de la puerta por el pasillo. -Si, corre pequeña gallina. Y tú también deja de sonreír Rene. Si ya terminaron de burlarse de mí, me gustaría bajar a comer algo.

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