Capítulo 19

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-¿Qué haces aquí?

Irene retrocedió unos cuantos pasos, dándole la oportunidad al hombre para entrar a la casa ante aquel descuido. Este fingió admirar por unos segundos la decoración de la entrada antes de cerrar silenciosamente la puerta tras de él.
La pelinegra permanecía en silencio sintiendo cómo un torrente de emociones seguían golpeándole sin parar, quería gritarle que se fuera, que se alejara de ella. Sin embargo parecía que su voz la había abandonado desde hace ya varios segundos. Nuevamente se sentía indefensa ante su presencia, y odiaba tanto sentirse así.

-¿Acaso no puedo venir a visitar a mi esposa? La cual huyó de casa sin dejar rastros. No sabes cuánto he tardado en hallarte. Ya estaba harto de tener que tratar solo con tu estúpido abogado diciendo que no querías verme y que no sabía donde te encontrabas.

El hombre dio un paso hacia la pelinegra mientras extendía su mano con la intensión de tocar su mejilla, sin embargo esta retrocedió como si el tacto del hombre fuese radioactivo o dañino.

-No te atrevas a tocarme o te juro que...

-¿Rene? ¿Quién llamaba a la puerta?- Dijo una voz proveniente de la sala de estar.

Irene sintió una presión en el pecho como si el oxígeno abandonara su cuerpo y cerró sus ojos por unos cuantos segundos tratando de recuperar el aire que había perdido. El silencio inundó la casa de una forma amarga, era como si el silencio supiera que iba a pasar a continuación.
La pelinegra pudo escuchar unos lejanos pasos que empezaban a acercarse poco a poco hacía ella.

Seulgi apareció detrás de la pelinegra y miró tanto al hombre como a Irene con un pequeño gesto de confusión. Llevaba el cabello recogido en una cola de caballo desordenada, su habitual camiseta blanca y sus jeans.
La morena miró confundida a la pelinegra, había algo diferente en ella, ya la conocía lo bastante bien como para saber que algo malo estaba pasando.
Miró a la otra persona que se encontraba en la habitación, encontrándose con un hombre mayor. No hizo falta que Seulgi lo analizara a detalle para ver que el hombre parecía forrado en dinero, solo bastaba con ver su traje y el costoso reloj que llevaba en su muñeca.

-Oh lo siento, no sabía que Rene esperaba visitas. Soy Kang Seulgi.- La morena extendió su mano hacia el hombre de manera amable, y este no tardó en estrechar su mano firmemente.

Irene seguía en silencio viendo como la felicidad que había estado construyendo empezaba a desmoronarse poco a poco. Ya no podía seguir ocultando la verdad que debió decirle a Seulgi hacia tanto. El tiempo se le había acabado y esta vez no tenía más excusas que apoyaran a su falta de valor.

-Es un gusto conocerla señorita Kang, Jessica me habló de usted.- Seulgi frunció el ceño al escuchar el nombre de la madre de Irene, expresión que no paso desapercibida por el hombre de traje negro. -Y veo que Irene no le ha hablado de mí. Soy Park Bogum, el esposo de Irene.

Irene finalmente sintió como su felicidad era destruida en un abrir y cerrar de ojos, se abrazó a su misma con sus brazos y miró hacia una de las paredes al sentir la mirada de la morena encima de ella. No estaba lista para mirarla y sobre todo enfrentarla, ¿Cuales serían sus argumentos? ¿"Olvidé decirte que estoy casada"? Era algo estúpido y poco creíble, todos los días recordaba que seguía atada a ese hombre. Y todos los días había tenido la oportunidad de decirle la verdad a la joven sheriff.

-¿Esposo?...- Preguntó la morena aún incrédula, la cual no parecía querer procesar dicha revelación.

-Sí. Irene y yo estamos casados desde hace tiempo. No sé si lo sepa, pero Irene es una experta mintiendo y disfrazando sus secretos. Ha engañado a más de uno y me temo que usted se acaba de sumar a su lista. Se fue de nuestro hogar sin decirme absolutamente nada y desde ese entonces he pasado todos estos meses buscándola.

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