Capítulo 22

258 32 4
                                    

La joven profesora cruzó el umbral de la puerta de su casa después de haber abierto esta con su llave, había estado fuera desde aquella última pelea con Seulgi, solo que de alguna manera trataba de borrar aquel mal recuerdo de su mente ahora que las cosas entre ambas habían mejorado.
Después de días fuera del pueblo, de alguna manera había extrañado demasiado estar en el que desde hacia ya meses atrás consideraba como su hogar.
Ahora era una verdad dicha en voz alta cuando le había contado a Seulgi, que quería quedarse en Maine y que no planeaba irse de allí.

-¡Eres una maldita perra!

Irene frunció el ceño al escuchar un grito salir de la nada de forma repentina apenas había puesto un pie dentro de la casa, reconoció aquella voz como la de su alocada hermana.
Ni siquiera tuvo tiempo de decir algo al respecto ya que segundos después arqueó una ceja cruzándose de brazos después de ver algo pasar a su lado rápidamente, chocando contra la pared y cayendo al suelo en un ruido sordo. La pelinegra miró aquel objeto en el suelo y después miró a su hermana con una expresión de perplejidad y sorpresa combinadas.

-¿Realmente acabas de lanzarme una cuchara? ¿En serio Karina?

-¡Tienes suerte de que no haya ido directamente a tu cara!- Volvió a gritar la castaña antes de meterse rápidamente a la cocina. Irene se quedó en el mismo lugar de brazos cruzados escuchando como su hermana parecía estar moviendo los cajones de la cocina mientras agradecía lo mala que era la puntería de la castaña.
Ni siquiera tuvo tiempo de moverse, porque Karina ya había vuelto con otra cuchara de madera similar a la que yacia en el suelo para arrojarsela. Irene esquivó aquel "violento ataque" viendo como la cuchara volvía a estrellarse contra la pared.

-¡Eres una maldita demente! ¡No puedes estar arrojandome cosas! ¡Y sobre todo no puedes estar recibiendome así!- Respondió la pelinegra finalmente apuntándola a su hermana con el dedo mientras su rostro adquiría una expresión de molestia, frunciendo el ceño al mismo tiempo que en sus ojos se podía ver un enojo creciente.

-¡Claro que puedo! Te lo mereces. ¿Entonces cómo es que debería recibirla su majestad? ¡Solo alguien tan desconsiderado como tú no cumple sus promesas! "Volveré para navidad"- Dijo haciendo una mala imitación de la voz de Irene. -¡Mentirosa es tu segundo nombre!- Gritó de vuelta la castaña mientras apartaba la mirada de la pelinegra para mirar a su alrededor en busca de algo más para lanzarle.

Irene detectó las intenciones de su hermana rápidamente y decidió evitar que la castaña cumpliera su cometido y que alguien saliera herido. Por alguien se refería a ella misma.
-¡Ni se te ocurra lanzarme algo más o te afeitare la cabeza cuando estés dormida! ¡No puedes destruir la casa solo porque te gusta arrojarme cosas! ¡Yo seré una mentirosa pero tú eres una demente agresiva con problemas de ira!- Contraatacó Irene mientras mantenía la misma expresión de enojo. Desde que eran niñas Karina tenía la tendencia a arrojarle cosas cada vez que tenían alguna discusión. Incluso en una de las tantas peleas que había mantenido con su hermana la castaña logró romperle el labio .

-¡Me gustaría verte intentarlo señora "Desaparezco cuando quiero y tengo problemas porque lo único que hago bien es huir"!

-Claro que lo haré señora "Destructora de hogares, quema cocinas"

-¡Solo fue una vez! Y eso no tiene nada que ver con el hecho de que te fuiste. ¡Y ni siquiera llamaste para decir "no volveré"! Ya te lo dije, ¡Eres una maldita perra mentirosa!

-¿Con esa boca besas a tu madre?

-Para mi desgracia tenemos la misma madre, y preferiría besar un sapo venenoso a tener que besar a esa mujer.

- Pues...

-¡Basta!

Ambas hermanas miraron hacia el lugar de donde había provenido aquella voz. Bajaron la mirada al encontrarse a Hanni con los brazos cruzados y una ceja arqueada a lado de ellas.
Aunque Hanni no se pareciera tanto a su hermana físicamente definitivamente había heredado las expresiones de Karina, sobre todo las que hacía cuando estaba molesta, en esos momentos Irene pensó que Hanni era una especie de mini Karina a su manera.

Solo una mirada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora