Capítulo 15

309 36 12
                                    

Una morena con el cabello desaliñado lanzó un gruñido mientras sentía como el sol daba directamente en su cara, la luz no la dejaba dormir y estaba segura de que si permanecía así su cara se pondría roja y caliente, algo realmente molesto y sabía que una marca roja quedaría por mucho tiempo.
Abrió lentamente los ojos y miró a su alrededor. Le tomó más de 10 segundos darse cuenta que no estaba en su departamento, estaba en una gran habitación, la cama era un desastre, pero todo a su alrededor estaba demasiado ordenado para ser su propio cuarto.

Recuerdos de todo lo que había pasado la noche anterior abordaron su mente poco a poco, haciéndole sonreír y cerrar los ojos de nuevo.
Miró hacia su derecha en busca de la pelinegra con la que había compartido su noche, sin embargo no la encontró.
Su ceño se frunció inevitablemente y se levantó de la cama intentando dejarla en orden, aunque sabía que Irene lo hubiera hecho quinientas veces mejor que ella.

Mientras buscaba su ropa en el suelo una especie de preocupación la invadió, porque para ella la noche anterior había sido maravillosa en todos los sentidos habidos y por haber. Pero... ¿Y si para Irene no? ¿Y si Irene se portaba indiferente de nuevo con ella después de eso? Definitivamente temía por eso último, de seguro la echaría de su casa y después le evitaría por semanas, tal vez debía prepararse para lo peor. O tal vez estaba exagerando, pero Irene no dejaba de ser impredecible en muchos sentidos, y esto no era la excepción.
¿Y si todo había sido un sueño?... No, estaba segura que de haber sido un sueño no hubiera despertado en la cama de la pelinegra.

Terminó de cambiarse con su vestido del día de ayer y acomodó su cabello frente al espejo de la mejor manera que pudo, atandolo en una cola de caballo, entró al baño de la habitación de Irene y utilizó el enjuague bucal que había allí para poder mejorar su aliento mañanero, no era lo mejor pero era lo único que tenía.

Salió de la habitación, paso por el largo pasillo que daba hacia muchas de las habitacion y bajo lentamente las escaleras mientras veía a su alrededor en busca de la pelinegra. Tal vez había desaparecido de la casa para no tener que verla cuando se fuera. O simplemente estaba exagerando.

Un delicioso aroma a comida invadió sus fosas nasales y le hizo salir de aquellos pensamientos, conforme bajaba las escaleras escuchaba cada vez más el ruido que provenía de la cocina.
Se acercó lentamente a ella y se recargó en el marco de la puerta para encontrarse con la pelinegra frente a la estufa preparando lo que parecían ser hot cakes, pudo escuchar a la pelinegra tararear una canción y aquello le hizo arquear una ceja, nunca la había escuchado cantar, y no lo hacía mal.
Seulgi se quedó un minuto recargada en la pared sin ser notada.
Hasta que Irene se dio media vuelta notando la presencia de la morena, haciendo que se sobresaltara y dejará de cantar. Iba vestida de nuevo con unos shorts y otra camiseta que parecía incluso más vieja que la pasada, sin embargo se seguía viendo perfecta mientras que Seulgi no dejaba de sentirse un desastre.

-Mierda Kang, me asustaste.- El rostro de Irene volvió a su habitual gesto de seriedad y molestia que parecía llevar consigo cada vez que Seulgi estaba cerca. Solo que esta vez duró poco. Extrañamente Irene sonrió ligeramente segundos después. -Te he visto comer hot cakes en la cafetería como si no hubiera un mañana, así que pensé en hacer eso de desayuno hoy.

Seulgi frunció el ceño y se acercó a la pelinegra tomándola por los hombros y acercando su rostro al suyo, mientras entrecerraba los ojos. Haciendo que Irene la mirara con confusión.
-¿Quién eres y que hiciste con mi Irene?

Irene puso los ojos en blanco inmediatamente y se apartó. -Deja de decir estupideces Kang. En primera no soy tu Irene, y en segunda, es la última vez que trato de ser amable contigo haciéndote el desayuno. -Irene volvió a poner los ojos en blanco mientras se giraba para servir varios hot cakes en un plato mientras murmuraba cosas que Seulgi no entendió, pero que seguramente no eran muy bonitas e iban dirigidas a ella.

Solo una mirada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora