Malagueña

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Jessica, la hermana pequeña de Samantha, me abre la puerta. 

—Tu debes de ser Nina. —Me dice mientras me ofrece la mano, se la estrecho con un asentimiento. —Pasa. —Me invita a entrar a casa de los Hidalgo. 

Miro a mi alrededor cuando cierra la puerta detrás de mí. 

Es una casa grande y bien decorada, pero se nota que quieren aparentar lo que no son. 

Por lo que he podido descubrir, la familia Hidalgo es una familia de clase media, no les falta pero tampoco les sobra. 

En el salón me encuentro con Alexander Hidalgo, sentado mientras se toma un café. 

—Buenos días. — Le saludo a él. Me dedica una mirada con el ceño fruncido avaluándome. 

Es un hombre alto, musculoso, rubio y de ojos claro, no logro identificar el color desde mi posición. 

De hecho, el pelo rubio es algo que comparten todos los Hidalgos. 

Jessica es de mi altura, viste de manera fina, y si no supiera quien es su familia creería que una mujer que amasa gran fortuna. 

Tiene veintitrés años, pero por su maquillaje y su ropa aparenta unos veintiséis largos. 

—Nina viene a hablar de Sam. —Murmura Jessica detrás de mí, dirigiéndose a su hermano mayor. 

Él es el mayor de los Hidalgo, tiene treinta años, y no he logrado descubrir a que se dedica. 

Él resopla por lo bajo como si la situación le molestara...

Me parece un comportamiento un tanto extraño teniendo en cuenta lo mucho que ha acaparado a los medios de comunicación durante estos meses. 

A lo mejor se ha cansado de hablar del tema... 

A lo mejor solo quiere dejar de recordar a su hermana muerta... 

—Sí, estoy haciendo un reportaje de ella, y me he dado cuenta de que apenas la conozco. —Miento un poco, sí que estoy haciendo un reportaje y si que me he dado cuenta de que no sé como era, pero no es sobre su vida, es sobre su asesinato. 

—Pff, Sam era... —Suspira Jessica. —Era encantadora. Era un torbellino de felicidad —Dice con una sonrisa. 

—No en su ultimo mes de vida. —Añade Alexander indignado. —Se pasaba el día llorando, por culpa de ese malnacido de Renaldi. —Replica con voz dura. 

Jessica traga saliva. 

—¿Es verdad que iba a pedirle matrimonio? —Cuestiono. Jessica me mira sorprendida, y Alexander frunce el ceño. 

—¿Qué? No. —Espeta él indignado con semejante pregunta, Jessica en cambio, solo aparta la mirada sin querer decir nada. 

—¿Jessica? —Insisto. Ella traga saliva. 

—Sam me lo enseñó, me enseñó el anillo, dijo que Marco la quería como esposa. —Murmura ella. 

Alexander mira boquiabierto a su hermana sorprendido totalmente ante la noticia. 

—¿Por qué no me lo dijiste? —Replica él encarándola. 

—Por qué sé como eres, te habrías vuelto loco, y no lo habrías permitido. Eres un puto sobreprotector. —Replica ella encolerizada. 

Me alegro de no haberles dicho que estoy grabando su conversación, así son más libres de hablar de lo que sea. 

—Pues claro que no lo habría permitido, no se que coño le veíais a esos dos hermanos. —Espeta enfadado. 

InocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora