—Encontraron una huella, y no era tuya. ¿Cómo puede ser? —pregunto, mi voz apenas un susurro mientras el miedo se mezcla con la confusión.
Marco sonríe, y su sonrisa siniestra se refleja en la hoja del cuchillo que está afilando con precisión casi obsesiva.
—Porque me cubrí las espaldas. La huella es de Mario. —dice, con una satisfacción escalofriante en su voz.
Trago saliva, petrificada.
Mario no ha hecho más que proteger a su hermano, y este le paga poniéndolo en la línea de fuego, incriminándolo al dejar su huella dactilar en el guardapelo de una de sus víctimas.
Si Mario hubiese tenido antecedentes... O si las autoridades hubieran sospechado de él y decidido investigar más a fondo...
—¿Por qué le haces eso? —pregunto con voz temblorosa, incapaz de comprender la crueldad que se esconde detrás de esa sonrisa sádica.
—Deja de preocuparte por él y preocúpate más por tu destino. —Replica de forma sombría, mientras levanta el cuchillo, dejando que la luz se refleje en la afilada hoja.
Mi corazón late desbocado, una oleada de terror me recorre al ver cómo su mirada se oscurece aún más, disfrutando del poder absoluto que tiene sobre mí. El cuchillo se balancea ligeramente en su mano, y su sonrisa se ensancha como si disfrutara prolongando este momento de angustia.
—Mario nunca entendió que a veces... —Marco baja la voz a un susurro, acercándose más— ...el control total sobre alguien es lo más dulce que puedes tener. Y contigo... —me mira de arriba abajo como un depredador calculador— ...ha sido un placer desde el principio.
Su cercanía me asfixia, y un nudo de miedo puro se forma en mi garganta. Intento pensar en algo, en cualquier cosa que pueda sacarme de esta situación, pero las cadenas que me sujetan las muñecas son un recordatorio constante de mi impotencia. Marco sigue afilando el cuchillo, como si el tiempo no existiera, como si el mundo entero pudiera detenerse en este preciso instante y él lo seguiría controlando.
—¿Sabes? —continúa, casi en un susurro— A veces me pregunto si Mario en realidad te salvaba a ti... o me estaba salvando a mí de hacer algo irreversible. Pero ahora, bueno... —Sus ojos brillan con ese toque perverso que me revuelve el estómago— Ahora ya no hay vuelta atrás.
El cuchillo brilla mientras lo acerca lentamente, y mi mente entra en un estado de pánico absoluto.
El cuchillo sigue acercándose, y cada segundo que pasa siento que mi corazón está a punto de explotar en mi pecho. El aire se vuelve denso, pesado, como si el mismo ambiente estuviera conspirando en mi contra. Marco juega con la hoja, acariciando suavemente el filo contra mi piel sin ejercer suficiente presión, pero lo suficiente para que sienta el frío metal sobre mi garganta.
—¿Sientes eso? —susurra, inclinándose sobre mí, su aliento rozando mi oreja. Mis manos están temblando, pero las cadenas me mantienen inmóvil, impotente. El terror se transforma en una especie de parálisis, una mezcla de horror puro y resignación. Siento las lágrimas correr por mis mejillas sin control, como si mi cuerpo estuviera aceptando la inevitabilidad de lo que viene.
No puedo hablar, mi voz está atrapada en mi garganta. Marco sigue acariciando el cuchillo sobre mi cuello, sin prisa alguna, deleitándose en cada segundo que prolonga mi sufrimiento.
—Siempre me ha gustado el momento antes del final —dice, con un tono que revela su placer retorcido—. Es... ¿cómo decirlo? Puro.
Mis pensamientos se agolpan caóticamente. Mario. Todo lo que me advirtió... ¿fue por esto? ¿Sabía que su hermano me tenía en la mira desde el principio? La traición de Marco, el juego macabro en el que me he visto atrapada, todo empieza a cerrarse en un círculo perfecto de horror.

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Inocente
Mystery / ThrillerNina, una periodista intrépida, se adentra en el misterioso caso de Marco Renaldi, el principal sospechoso en el asesinato de Samantha Hidalgo. Lo que descubre la hará dudar de todo lo que creía saber. En su búsqueda de la verdad, Nina se ve atrapad...