Las paredes del bloque de hielo se estrechan a mi alrededor mientras doy un paso atrás aferrándome con fuerza a mi albornoz.
Mario aprovecha mi intento de poner distancia para adentrarse a mi apartamento y azotar la puerta detrás de él.
Su altura, su aura, su expresión y sus ojos me aterrorizan todavía más.
—Deja que te lo explique. —Intento excusarme.
Ni siquiera sé que excusa puede parecerle bien, si no le gustaba mi presencia siendo una persona corriente con un trabajo aburrido, no me quiero imaginar lo que debe pensar de mi ahora que sabe que no solo los he engañado, sino que encima estoy indagando en su vida.
—No tienes una mierda que explicarme, eres una puta mentirosa. Sabía que no debíamos confiar en ti. —Espeta señalándome, dando otro paso hacia mí.
Trago saliva intentando buscar una salida.
Mi espray de pimienta está en mi bolso, en mi habitación... Cualquier cuchillo o potencial arma que pueda usar de la cocina no puedo acceder a ella porque él se interpone en mi camino... Y a mi alrededor no hay nada con lo que pueda defenderme.
—Escúchame, Mario, por favor, no quiero joderos, te lo prometo. —Murmuro, intentando que me crea. —Puedo ayudar a tu hermano, puedo cambiar la opinión pública. —Le digo. Da otro paso hacia delante casi acorralándome contra la isla de la cocina. —Ya no creo que sea él, estaba allí con vosotros cuando mataron a Thais Ivashkova. —Le recuerdo. —Sé que no ha sido él, y puedo ayudarle. —La histeria se apodera de mi a medida que hablo.
Su cercanía me pone nerviosa, y su silencio me inquieta, pero su mirada es la que me aterra. Se le ha oscurecido la mirada, y parece desear degollarme.
—No soporto las mentiras y menos las traiciones... —Espeta en tono bajo y oscuro, mientras mantiene la mandíbula apretada.
—Te lo juro, no es mi intención traicionarte. Solo quería saber la verdad, y ya la sé, voy a escribir el articulo exculpando a Marco. —Le digo.
—No sabes una puta mierda. —Me espeta por lo bajo. —Solo quieres arruinarle la vida.
—Mario, por favor, por favor, escúchame. —Suplico cuando da otro paso hacia mí. —No le habría besado ayer si pensara que es un asesino. —Confieso con sinceridad.
—Sí que lo habrías hecho. —Me acusa sin creerme, trago saliva. —¿Quién crees que es? —Sigue preguntando enfadado, con la mirada oscurecida.
Trago salvia sin contestarle, intento apartar la mirada de sus ojos, pero me pone la mano en la barbilla apretando con fuerza, girando mi cabeza para que no pueda apartar mis ojos de mí.
—¿Yo? ¿Crees que fui yo? —Sigue cuestionando en tono bajo, me doy cuenta de lo cerca que nos encontramos, y de lo rápido que sube y baja mi pecho.
—Mario, por favor... —Suplico intentando apartarle de mí.
—Por favor, ¿qué? —Espeta. —Dilo. —Me insta. —¿Me tienes miedo, Nina? —Cuestiona, una sonrisa de medio lado sarcástica se le dibuja en la cara.
Le gusta, le gusta tener este poder sobre la gente. Le encanta infundir respeto y le de igual si es a través del miedo.
—No. —Le espeto altiva, sacando un acopio de valentía, no queriendo permitirle que sienta el miedo que me recorre el cuerpo.
Su sonrisa se acentúa.
—Mentirosa. —Me acusa. Su mano baja de mi barbilla a mi cuello, y aprieta, haciendo que boquee un poco. —¿Segura? —Vuelve a cuestionar.
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Inocente
Mystery / ThrillerNina, una periodista intrépida, se adentra en el misterioso caso de Marco Renaldi, el principal sospechoso en el asesinato de Samantha Hidalgo. Lo que descubre la hará dudar de todo lo que creía saber. En su búsqueda de la verdad, Nina se ve atrapad...