Inocente

El silencio (2)

Me muevo inquieta en el camino que lleva a la entrada de la casa de los Renaldi, ayer Marco me envió un mensaje para que saliéramos a cenar, y le acepté la salida porque todavía no he hablado con los Hidalgo ni le he dicho a Raúl que me quitara de encima el artículo.

Marco sale de la casa vestido de infarto, que sea o no un asesino no es motivo suficiente como para que no pueda apreciar lo increíblemente atractivo que es.

Va vestido con una camisa negra, con los primeros botones abiertos, dejando a la vista un poco de su pecho, unos pantalones formales de igual color, pero lleva unas zapatillas blancas que convierten el estilo en algo más informal.

—Estás preciosa. —Me dice cuando llega a mi altura. Me da un beso en la mejilla, antes de apartarse y admirarme, su varonil colonia me golpea, y tengo que luchar para no cerrar los ojos e inspirar.

Llevo un vestido negro hasta el muslo, con la espalda descubierta y con unos tacones de igual color.

Me abre la puerta de su Bugatti, pero cuando estoy a punto de entrar, un coche se detiene cerca nuestro.

La policía.

De él bajan dos policías uniformados.

—¿Marco Renaldi? —Cuestiona uno de los agentes.

Él entrecierra los ojos mirándolos.

—Sí. —Confirma él.

—Bien, debemos hacerle algunas preguntas. —Dice uno de ellos.

—¿Sobre qué? —Espeta él.

—Sobre Thais Ivashkova. —Marco les sigue mirándolos sin saber de que hablan. —La chica asesinada hace una semana. —Aclara uno de ellos.

Abro la boca atónita.

¿Otra chica?

¿Han matado a otra mujer?

Marco bufa.

—Mandadle una citación a mi abogada, estoy ocupado. —Espeta sin querer detenerse a hablar con ellos.

—Será rápido, solo queremos tu coartada. —Replica uno de ellos. Marco no parece dispuesto a quedarse, por lo que intervengo, ya que me va bien estar presente para saber algo más de la nueva chica.

—Marco, no me importa, respóndeles, para que te dejen en paz, si la prensa te ve salir luego de la comisaria será peor. —Le digo en voz baja mientras le pongo la mano en el brazo.

Marco suspira y supongo que entiende lo que digo, si le citan en comisaria no será un asunto privado y la gente sabrán que quieren relacionarle también con este asesinato.

Entramos a la casa acompañados por los dos policías.

Veo a Mario a través de los ventanales haciendo dominadas sin camiseta en el tronco de uno de los árboles, veo varias mancuernas en el suelo a su lado, y una botella de agua.

Su espalda es hipotónica, me cuesta apartar la mirada de sus músculos que se tensan mientras sube y baja.

—Tendrán que esperar que llegue mi abogada. —La voz de Marco me saca de mi trance, aparto la mirada de su hermano y se la dedico a él que tiene la mirada clavada en el móvil.

Los policías ponen mala cara, pero no dicen nada, no pueden.

Marco se sienta en el sofá, y yo dejo mi abrigo y bolso a su lado.

Mario cuando termina su serie se baja de un salto, y después de beber agua, se tira el agua sobre la cabeza para mitigar el calor.

Aunque no sé qué calor ha de sentir, fuera estamos a muy pocos grados, ni siquiera sé cómo puede estar sin camiseta en la calle.